Por Juan Carlos Reyes (Cuba, Historias no contadas)
La Habana.- El intento de reelección de Tómas Estrada Palma, trajo consigo la guerrita de agosto y la segunda intervención norteamericana. Estrada Palma había dejado suficiente dinero para que Charles Magoon, gobernador norteamericano, hiciera de las suyas con los fondos públicos, creando las conocidas botellas, que se hicieron muy cotidianas en los sucesivos gobiernos antillanos.
En 1908 llegaba a la presidencia el controvertido José Miguel Gómez, veterano de tres guerras, con un gran dossier en nuestras gestas.
José Miguel Gómez mejoró las condiciones del ejército, creando la Marina Nacional.
El tiburón, como lo llamaban, además legalizó la Ñotería Nacional y las peleas de gallo. Su gobierno fue prolifero en obras públicas y se mejoró el alcantarillado, así como el asfalto de las calles, sobre todo en la capital cubana.
Durante su mandato se logró cierta estabilidad política en el país, con excepción de su rivalidad política con el matancero Mario García Menocal, quien fue su sucesor en la presidencia de la Isla.
Los gobiernos de Gómez, Menocal y Gerardo Machado, fueron decisivos para el desarrollo económico de la aún joven República, a pesar de ser un período satanizado en nuestra historia por historiadores mal intencionados.
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