Por Jorge Sotero
La Habana.- El gobierno cubano marea la perdiz con eso del código de ética, un documento que firman todos aquellos considerados cuadros del Estado o del Gobierno, con la intención de que mantengan una actitud intachable en su gestión. Y la campaña ronda lo absurdo.
Nadie tiene que firmar un documento para hacer lo que está establecido, supuestamente, aunque en la Cuba del castrismo todo es posible.
Un padre no tiene que signar documento alguno para asegurar que se encargará de velar por el cuidado de su familia, la crianza y educación de los hijos, y tampoco tiene que hacerlo un soldado cuando se enrola en las fuerzas armadas.
Los médicos saben cuál es su responsabilidad. La conocen desde antes de comenzar su carrera y también deberían saberlo jueces, fiscales y abogados, aunque, en la Cuba de los Castro y el Díaz-Canel de turno, todos los encargados de impartir justicia se dejan manipular y presionar, según los intereses del Partido Comunista. Y si tiene alguien alguna duda, remítase a los juicios por los sucesos del 11 de julio de 2021.
No necesita el país que ninguno de los que dirigen firmen documento alguno en los que garanticen su transparencia. No tiene que hacerlo la Policía, ni los militares, aunque la corrupción en los cuerpos encargados de cuidar al país y a su pueblo sea tan normal que ya los agentes del orden tienen sus cuotas de soborno preparadas, incluso hasta el cambio cuando se trata de alguna jinetera y las tarifas por dejarlas «trabajar», por ejemplo.
No hay en el mundo un gobierno más corrupto que el cubano. Puede que en otros lugares las cifras que se roban los que mandan sean más grandes, pero en Cuba roban todos. Los Castros son ladrones hereditarios. Lo hacen desde el primer día, a tiempo completo, toda la familia. Va en el linaje y hay cosas que no cambian jamás. Y de ahí para abajo, todos los imitan.
No hay un dirigente en Cuba que viva de su salario o su jubilación. ¿O cree alguno de ustedes que el nonagenario Ramiro Valdés mantiene su casa, su marina, sus yates y su vida de lujos con su salario? No. Roba desde el mismo triunfo de la revolución, desde que se dio cuenta que quitándole la vida a quienes se oponían al gobierno, se aseguraba una posición de privilegios.
Los ministros roban. Tal vez alguno, los más honestos, no tenga cuentas en dólares, que es poco probable, pero colocan a los amigos en cargos importantes a cambio de prebendas, pasan semanas en casas de Varadero o mandan a sus familias, consiguen becas para sus hijos a cambio de influencias. Tienen garantizada la comida -que en Cuba es importante- sin tener que hacer ningún sacrificio.
Los dirigentes del Partido Comunista, a todos los niveles, hacen lo mismo: buena vida, mujeres, lujos, comidas, dinero, paseos en autos del Estado, venta de gasolina, buenos médicos, medicinas, clínicas especiales, vacaciones casi gratis en hoteles… y esos son los que firman el código de ética.
No hay necesidad de firmar nada, porque el país tiene leyes y solo basta con cumplirlas. Hay en Cuba leyes para todos, solo que es necesario mantener la pueblo ocupado en algo, pensando que son tan transparentes sus dirigentes que se exponen con la firma de un documento para demostrar que solo viven para y por el pueblo.
El gobierno cubano es una mentira. Y todo el que llega a un puesto, cualquiera sea, se convierte al instante en un holgazán, en un corrupto, en alguien que espera la primera oportunidad para iniciarse en el camino del robo, del latrocinio, para asegurarse casa y futuro.
Vamos, que he hablado con muchos defenestrados que me han contado cómo funciona todo allá adentro. Y aún no conozco a ninguno que haya ido a una prisión por robar. ¿O será que no se les puede acusar porque han firmado un código de ética y eso los hace diferentes a los cubanos comunes?
Vaya usted a saber, pero eso de las firmas y las campañas de transparencia ha existido siempre y nunca ha resuelto nada. Mucho menos lo hará ahora, cuando no hay pan, ni leche, ni arroz, ni azúcar, y tampoco vergüenza, que es más importante que todo lo otro.