Por Gretell Lobelle ()
(De la Bitácora de Pandemia)
Mantilla.- Y me quitas las ganas de todo, hasta de escribir, que es mi manera de botar la mierda. Darse sillón y pensar. ¡Pensar, pensar! Pensar hoy es un ejercicio de tortura autoinfligido. Una nunca ha entendido de supervivencia. Sí de constancias y
cabezonerias. Al final los consejos no pasan de ser eso: con/sejos.
La alegría está subvalorada. Regalar alegría hoy es desangrarse en todo o todos. La madrugada es la mejor hora del día para poner en perspectiva tu vida, que siempre es la de otros. Los principios más rimbombantes y finales son de madrugada. No para de llover y el asma está instalada. Desde el día cero siempre apareces y te dejo entrar. Mi voluntad se ha vuelto demasiado puta o de filántropos, que, para el caso, es lo mismo.
Te repites una y otra vez y yo espero señales. Al menos tengo esperanzas, las falsas. Ya no hay nada real. Todo se ha vuelto pura interpretación de circunstancias. Casi amanece. Haces lo que mejor sabes y te dejo hacer: jugar con la bondad.
Todavía a una le quedan lágrimas, por eso se que estoy salvada.
Un sapo enorme ha entrado en la casa. Tenías toda mi atención. Ahora la tiene el sapo. ¿Será una señal? Yo no sé de señales. No me gustan. Me desvían de mi ceremonia de apegos o desapegos.
El sapo no me deja pensarte. Me tiene alerta. No me molesto en desconocer en que sitio están las cosas y un sapo. Una escoba basta para espantar, en todo caso es remedio a medias.
Una, que se ha pasado la vida sobreviviendo, sabe de actitudes. Sin pensar agarro el primer trapo que encuentro, se lo lanzó al sapo. Hay quien sabe brincar. Se ha pasado la vida brincando y se escabulle en su naturaleza, por eso es importante adelantarse.
Atrapo al saposeñal y lo lanzo fuera de mi, de casa. Recuerdo que soy guajira, que más que nacer en el campo es una filosofía de vida. Mi plegaria al universo (filin) «vete de mí, no te detengas a mirar las ramas muertas del rosal que se marchitan sin dar flor». Dale pa la mismísima repinga, tú y el sapo.