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Turismo italiano en Cuba: la farsa del «renovado interés»

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Por Jorge Sotero ()

La Habana.- Roma huele a papel mojado. A noticia vieja y a mentira rehecha. Prensa Latina cablea desde la capital italiana que hay un «renovado interés turístico» por Cuba, un espejismo construido a base de discursos de diplomáticos, directivos de agencias de viajes y powerpoint con paisajes idílicos.

La consejera de Turismo de la embajada cubana, Yanet Mora, agradeció la «amplia asistencia» de empresarios en un evento donde se vendió, una vez más, el cuento de la «Cuba Única».

Lo único aquí es el cansancio de una estrategia que ya no engaña a nadie. Mientras, los datos reales se esfuman entre la retórica y los intereses de unas pocas agencias que sobreviven gracias a la complicidad con el régimen.

La noticia habla de «seguridad», de «excelente relación calidad-precio» y de «nuevas ofertas», pero omite deliberadamente la verdadera motivación de una parte significativa del turismo italiano que llega a la isla: la prostitución.

Muchos de esos viajeros no van en busca del patrimonio histórico o el ecoturismo que pregona la campaña oficial; van a explotar la miseria de un país donde la desesperación económica ha convertido a jóvenes y adolescentes en mercancía barata.

Es el turismo de la vergüenza, el que se alimenta de la vulnerabilidad de «muchachitas» que, ante la imposibilidad de un futuro digno, se ven forzadas a vender sus cuerpos por unos pocos euros. Eso es lo que no aparece en las coloridas presentaciones de Yanet Mora.

Lo que esconde la campaña

El evento en Roma, con sus intervenciones de Stefania Picari de Súbito Viaggi y su director de ventas Gianluca Spadaro, no es más que una puesta en escena para blanquear una realidad sórdida. Hablan de «mejorar las experiencias de los clientes» y de «garantizar confort», pero callan que ese confort se sustenta, en muchos casos, sobre la explotación sexual.

La «importante presencia de agencias de viajes italianas» de la que habla el director comercial Ercole Lops no denota un interés genuino en la cultura cubana, sino la percepción de que la isla sigue siendo un mercado lucrativo para un turismo depredador, donde todo—incluso las personas—tiene un precio.

La supuesta gran noticia que esgrime la diplomacia cubana es la «próxima apertura en La Habana y Varadero de hoteles de la cadena italiana Domina». Lo que no dice es que Domina es una cadena que en sus complejos en otros lugares del mundo se promociona como un templo del «lujo» y la «experiencia exclusiva», un modelo que en Cuba solo profundizará el apartheid turístico: recintos de lujo para extranjeros, rodeados de un mar de precariedad local.

Estos megaproyectos no benefician al pueblo, sino que refuerzan un sistema que prioriza la divisa extranjera sobre los derechos humanos más básicos.

La farsa que cuenta Prensa Latina

Mora enumera con entusiasmo las «modalidades» de turismo que se ofrecen: «naturaleza, patrimonio histórico, cultural, de aventuras, de eventos, de golf, accesible, cicloturismo, mototurismo y ecoturismo». Un catálogo de fantasía para tapar la única oferta real que mantiene a flote el sector: el turismo sexual y de sol y playa low cost.

Es cínico hablar de «turismo accesible» en un país donde los cubanos tienen prohibido el acceso a la mayoría de estos hoteles y donde la población lucha diariamente por acceder a comida y medicinas.

Al final, el cable de Prensa Latina es sólo ruido propagandístico. Un montaje para ocultar que el «renovado interés» es, en el mejor de los casos, el de unos pocos empresarios que ven una oportunidad de negocio en la miseria ajena, y en el peor, la perpetuación de un turismo que se nutre de la explotación.

Cuba no es un destino «único» por su turismo de patrimonio o naturaleza; es único por la cruel contradicción de un gobierno que vende su imagen al mundo mientras condena a su pueblo a la prostitución o al exilio. Eso es lo que deberían contar los reporteros. El resto es pura farsa.

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