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Por Robert Prat ()
Miami.- Donald Trump quiere que el tiempo retroceda. No solo en política, también en el deporte. Ha pedido que los Washington Commanders vuelvan a llamarse Redskins y que los Cleveland Guardians recuperen su antiguo nombre, Indians, como si el reloj pudiera girar hacia atrás y borrar los debates sobre racismo, identidad y memoria que llevaron a esos cambios.
Lo hace con la misma vehemencia con la que defiende sus eslóganes: asegura que los nativos americanos lo reclaman, que es cuestión de «pasión y sentido común», y hasta amenaza con bloquear el acuerdo para un nuevo estadio en Washington si no acceden. Pero, ¿realmente hay opciones para que esto ocurra?
Parece difícil. Los Commanders ya tienen nuevo dueño, Josh Harris, que desde 2023 dejó claro que el nombre no volvería.
Los Guardians, por su parte, llevan cuatro años construyendo una nueva identidad, lejos del polémico Chief Wahoo, y su presidente, Chris Antonetti, ha dicho que miran hacia adelante, no hacia atrás.
Además, en 2025, revertir esos cambios sería como intentar tapar el sol con un dedo: las protestas de 2020 no se olvidan, y aunque Trump insista en que «los tiempos son diferentes», lo cierto es que el debate sobre símbolos racialmente sensibles sigue vivo.
Pero Trump no habla solo de nombres. Habla de batallas culturales. Cuando escribe «MAKE INDIANS GREAT AGAIN» (MIGA), está jugando con su base, con esa parte de América que ve en estos cambios una rendición a lo «políticamente correcto» .
Es una estrategia vieja: convertir el deporte en un campo de batalla ideológico, como si el béisbol y el fútbol fueran trincheras. Y, en el fondo, es una forma de negar que el mundo ha cambiado, aunque él insista en que los nativos están «siendo tratados muy injustamente».
Si no hay vuelta atrás, ¿qué queda? La connotación es clara: Trump está reafirmando su discurso de resistencia ante lo que él considera imposiciones progresistas. Para sus seguidores, es una señal de que sigue peleando contra «la cancelación»; para sus críticos, es otro gesto de nostalgia reaccionaria.
Los equipos, mientras tanto, siguen adelante. Los Commanders acaban de llegar a un Campeonato de la NFC, los Guardians intentan romper su sequía de Series Mundiales desde 1948. Quizás, al final, lo único que importa es ganar. Como dijo el propio Trump: «Si ganan, hasta ‘Commanders’ sonará bien». Pero eso no significa que vaya a dejar de pedir que las cosas vuelvan a ser como él las recuerda. O como cree que deberían ser.
Y así, entre estadios, nombres y política, lo que queda es la sensación de que algunos prefieren pelear guerras pasadas en lugar de entender las presentes. O, tal vez, que para algunos, el pasado siempre fue mejor, aunque nunca lo haya sido del todo.