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Triunfalismo para ciegos

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Por Ulises Toirac

La Habana.-No entiendo el triunfalismo desplegado en algunos medios acerca de la fecha de hoy. ¿Qué la represión sofocó las manifestaciones demuestra firmeza? ¿Es conclusión acerca de los sucesos que demostró algo positivo para el «socialismo» en Cuba? Cada vez me convenzo más de la superficialidad y el desprecio al pueblo. Porque no fue «pueblo» lo que se enfrentó a lo que sí obviamente era pueblo. Debía ser un llamado a capítulo. Debía tener otras conclusiones. Esto es dado que la revolución que se hizo era de los humildes, por los humildes y para los humildes. Las manifestaciones no se expandieron desde El Laguito, Miramar o alturas de Nuevo Vedado.

Nunca nadie presentó documentación o pruebas de que fueran mercenarios los que arrastraron a las multitudes. Y a pesar de que los reclamos eran sociales y la aplastante mayoría de los manifestantes no usó su rebeldía para vandalizar, la totalidad de los presos que arrojó ese día son «delincuentes comunes».

Hay algo que me perdí por el camino. Pero la honradez y el deber con todos y para el bien de todos no forma parte de los valores que se están defendiendo.

El silencio no es victoria

Que todo hoy haya estado tranquilo no es una victoria de nadie sino de la tranquilidad en sí misma. En primer lugar ningún movimiento social, siguiendo un patrón conmemorativo, estalló por una fecha previa. No son las conmemoraciones las que provocan estallidos. Son, si nos guiamos por el dúo dinámico alemán, las condiciones objetivas y subjetivas maduras.

Y ahí es donde a mi parecer es que realmente triunfa mantener un status quo. Este se le hace insoportable a los desposeídos de este país, a los que se les llama eufemísticamente «vulnerables». En realidad, en cualquier estadística figuran como «población por debajo del límite de pobreza». Sin más, los pobres (que hace años dejaron de ser minoría). En este país faltan siglos para que maduren las condiciones subjetivas.

Por la desarticulación de una oposición fragmentada, por los extremos insalvables que demonizan lo diferente, hay casi ausencia de liderazgo prestigioso. Existe la alimentada esperanza de emigrar antes que enfrentar la jodedera que implica manifestarse abiertamente. Un estallido social llevado por la miseria solamente es más peligroso que un estallido nuclear.

No le veo el triunfalismo porque cada vez son más profundas las diferencias sociales, la pobreza, la falta de esperanza, la negativa a la participación y el colapso económico. Y no veo que haya un plan coherente de futuro. Tampoco una posibilidad real de revertir estos procesos que por el contrario se agudizan sin parar. Realmente no le veo la alegría y mucho menos el festejo.

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