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Por Ramón García Guerra ()
La Habana.- Durante las últimas tres décadas en Cuba se han acelerado los tiempos. Además, se han multiplicado los espacios y se han individualizado los referentes. Esto ha hecho que surja una «sociedad sobremoderna» (diz. Marc Augé); proceso en el cual el cambio generacional, la internet y la diáspora han sido decisivos.
Luego el orden institucional y el sistema político creados en la era soviética (1971-1989) se han mantenido sin cambios. Esto ha resultado en una crisis de gobernabilidad. Cualquier política aplicada en un sentido o en el opuesto produce un único efecto, el fracaso. Además, deja a la sociedad tres pasos por debajo después de cada intento de reformas.
Entiendo que fue difícil el proceso de transición de la sociedad cerrada que éramos a la sociedad abierta que somos. Esto sucedió en las décadas de entre siglos. Pero nos fue peor con las reformas de Raúl Castro (década perdida) que crearon el pantano. Además, la gestión de gobierno de Miguel Díaz-Canel (sepxenio a la deriva) nos ha hundido en el lodo hasta el cuello.
Esto ha hecho del castrismo un árbol seco incapaz de dar frutos. Durante las últimas dos semanas se ha producido un salto de conciencia en nuestra sociedad, –protesta estudiantil mediante–. Esto nos hizo entender que somos una sociedad en movimiento que va creando realidades.
La sociedad cubana hoy capitaliza las cuotas de autonomía que logró en las últimas tres décadas. Esto explica el auge y desempeño de las pymes en apenas tres años. Luego, la brutal transferencia del gasto social del Estado a las familias, que resultó de la realización de la Tarea ordenamiento, han motivado la desconexión del sistema. Esto ha provocado la formación de una sociedad-otra en las fronteras del poder instituido.
El punto de inflexión en el proceso se dió entre 2019 y 2021. Sabemos que la crisis sistémica que afecta a nuestra sociedad no se resolverá en menos de una década. Además, el régimen no resistirá la presión a que está siendo sometido todo ese tiempo. Finalmente, colapsará.
Debemos de reinventarnos, como sociedad y como personas.