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Por Belkys González ()
Ciego de Ávila.- En Ciego de Ávila, las autoridades han llamado a «controlar las ventas clandestinas de carbón vegetal» para priorizar su exportación, según reportes del periódico provincial, El Invasor.
Mientras el régimen insiste en aumentar las ventas al exterior, los cubanos enfrentan una crisis sin precedentes: sin electricidad, sin gas y ahora, incluso, sin carbón para cocinar.
En Cuba, donde los apagones superan las 20 horas diarias en algunas provincias, cocinar con electricidad es una quimera. El gas licuado escasea, y solo una minoría tiene acceso a cuotas reguladas. Por eso, millones de familias dependen del carbón vegetal, un recurso que el Estado prefiere vender al exterior antes que garantizar a su propia población.
Muchos millones de cubanos cocinan en condiciones precarias, usando leña o carbón en fogones improvisados, exponiéndose a enfermedades respiratorias y accidentes domésticos.
Las empresas estatales, como la Agropecuaria de Las Tunas, apenas cumplen el 25% de su producción planificada por falta de combustible, pero aún así priorizan la exportación.
Los dirigentes, mientras tanto, tienen sus necesidades resueltas: cocinas de gas, plantas eléctricas y acceso privilegiado a recursos.
Cuba produce alrededor de 40,000 toneladas anuales de carbón vegetal, aunque la cifra ha caído drásticamente por la crisis energética (en 2022 se registraron solo 39,400 toneladas, menos de la mitad que en 2020).
En 2022, las exportaciones de carbón cubano sumaron 41 millones de dólares, posicionando a la isla como el 15° exportador mundial de este producto.
El principal destino del carbón vegetal cubano es Europa: Grecia, España, Portugal, Italia y Turquía, donde el carbón de marabú cubano es valorado por su calidad. Aunque hay quienes dicen que se puede encontrar en Alemania, Canadá, incluso en Estados Unidos.
En España, por ejemplo, un saco de 15 kilogramos se vende por 22 euros, mientras que en Cuba, los ciudadanos deben pagar entre 1 y 2 dólares por kilo en tiendas en divisas. Y en el mercado negro, que es el mercado habiutual de los pobres, un saco ronda los mil 500 pesos, lo mismo que gana un jubilado.
Mientras la población sufre, los funcionarios exigen eliminar «trabas internas» que impiden vender más carbón al exterior. Aramís Hernández, director de Concávila en Ciego de Ávila, admitió que la comercialización del carbón genera pérdidas porque los productores prefieren venderlo en el mercado interno, donde obtienen mayores ganancias.
José Enrique Lemos Frómeta, director provincial de Economía, lamentó que se incumplan los planes de exportación, dejando de captar 60 millones de pesos en divisas. Pero no menciona el costo humano: familias que, sin carbón, recurren a quemar muebles o residuos para cocinar.
El castrismo ha llevado a Cuba a un punto crítico: no solo no hay qué comer, sino cómo cocinarlo. Mientras el régimen prioriza las divisas, millones de cubanos retroceden a métodos del siglo XIX, cocinando con leña en patios improvisados.
La pregunta queda flotando: Si exportan el carbón, ¿con qué cocinarán los cubanos? La respuesta, tristemente, parece ser la misma de siempre: con lo que puedan.
Al final, no quedan dudas de que a la cúpula gobernante y a los encargados de cuidar los bienes de la familia Castro, no les interesa el pueblo. Y eso no es de ahora, sino de hace mucho tiempo, muchos lustros, muchás décadas.