Newsletter Subscribe
Enter your email address below and subscribe to our newsletter

En un mundo donde casi todo tiene dueño, Rolex es una excepción.
Desde 1960, la compañía más prestigiosa de relojes del planeta no pertenece a ningún multimillonario ni familia heredera, sino a una fundación: la Fundación Hans Wilsdorf, creada por su fundador tras la muerte de su esposa.
Hans Wilsdorf, huérfano desde joven, había construido su imperio desde la nada. Pero cuando la fortuna llegó, decidió que su legado no sería para unos pocos, sino para muchos.
Dejó su empresa a la fundación con una condición: que las ganancias se destinaran a causas benéficas.
Desde entonces, Rolex no tiene accionistas ni propietarios privados.
Cada reloj vendido financia proyectos en ciencia, arte, educación y preservación del medio ambiente.
Su lujo no es ostentación, es filantropía en silencio.
Wilsdorf entendió que el tiempo es el único bien que no se puede comprar, pero sí se puede dedicar a algo que trascienda.
Y así, más de medio siglo después, cada tic-tac de un Rolex marca algo más que la hora: marca una historia de generosidad y propósito.(Tomado de Datos Históricos)