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RESUELTO EL PROBLEMA DE LA COMIDA EN MAYABEQUE: EL MILAGRO DE DÍAZ-CANEL

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Por Anette Espinosa ()

La Habana.- Fiel a su costumbre, el presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, amaneció temprano este jueves en la provincia de Mayabeque, que es la que más visita.

Desde que Raúl Castro le dijo que le pusiera la cara a los cubanos, que tal vez eso serviría para aplacar los ánimos de una población molesta, ha ido nueve veces a la referida provincia, limítrofe con La Habana.

Temprano en la mañana, el monigote de la familia Castro recogió a Roberto Morales Ojeda, el secretario de organización del partido Comunista y emprendió viaje hasta San Nicolás.

La visita era espernda. Lo sabía la secretaria del partido en la provincia, Yuniasky Crespo, quien lo esperó, no sin antes advertir, con tiempo, a los nicolaseños, de que el jefe de Estado estaría por allí.

En la cabecera municipal pintaron los bordes de las aceras, la parte de abajo de los postes eléctricos, y no quitaron la electricidad desde la noche del martes. Incluso, hasta abastecieron las tiendas.

Hasta dicen que anunciaron algunos de los productos atrasados de los escasos e incompletos que se entregan por la libreta de racionamiento. Todo para que nadie fuera a cuestionar al mandatario.

Al final, el séquito suntuoso de Díaz-Canel, fue a parar a la finca La Tinaja, la que ellos llaman de referencia nacional, porque produce algunas cosas que otras no.

Se plantó allí. Vio cómo tenían huevos, cebollas, tomate, algunos frijoles, miel de la tierra, y comentó que eso podrían hacerlo en otros lugares del país, como si esa fuera la solución a la hambruna.

Este ritual, torpe y aburrido, cansa ya hasta a los propios escoltas, que hasta hace poco preferían estar en carretera que acuartelados, pero que ya sienten vergüenza ajena con estas visitas.

Viajes por gusto

Hasta la propia secretaria del partido en la provincia se cuestionó hace unos días el objetivo de las visitas del mandatario. Ella, como muchos otros, saben que no resuelven nada.

También sabe que para erizar a alguien hay que prepararlo, y ya nadie quiere hacer el ridículo que hicieron las viejas de la provincia de Granma, que llenaron de memes las redes, con aquello de «yo me erizo».

Los viajes de Díaz-Canel, que no de Gulliver, solo tienen el objetivo de entretener, porque no solucionan nada. De hecho, el presidente no ha firmado una disposición en lo que lleva de mandato, para favorecer la agricultura.

La producción de alimentos, que es lo que intenta priorizar el Hombre de la Limonada, sigue estancada. No hay maquinaria, ni tierras cultivables, ni semillas ni fertilizantes.

Por no haber, tampoco hay personas dispuestas a ir al campo a producir para tener que vender después las producciones al precio que disponga el castrismo.

La producción de alimentos debería ser la prioridad número uno, porque el hambre cada vez azota con más fuerza, pero eso parece no preocuparte al delfín de Raúl Castro, el más incapaz de los presidentes de la historia de Cuba.

Jaruco, segundo destino

Por cierto, según información de último minuto, de San Nicolás el jefe de Estado se fue a Jaruco.

Ya en Jaruco se les vio entrar a esa zona medio montañosa donde se encontraba el ya desaparecido hotel, la que era base de campismo y el restaurant El Árabe.

Pasó frente a la desvencijada base de ómnibus y ni miró. Porque claro, ya no tenía qué ver allí, en aquel lugar donde todo ha desaparecido.

Eso sí, van al referido restaurant y también a otros dos remodelados otra vez, El Criollo y la Roca. Allí, por cierto, habrá un ágape al mandatario y a su numerosa comitiva.

Luego veremos los reportes de televisión, las notas en Granma, en Cubadebate. Será algo así como que Mayabeque hizo el milagro de la comida, y la gente seguirá pasando el mismo hambre de siempre.

A Díaz-Canel hay que pararlo. Por las buenas o por las malas, porque, de lo contrario, seguirá llevando al país a la más absoluta ruina.

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