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Por Yoyo Malagón ()
Nueva York.- El Real Madrid y el Borussia Dortmund se ven las caras otra vez. Como en la final de la Champions del 2024, como en aquella semifinal del 2013 en la que Jurgen Klopp les metió cuatro goles a los blancos y les dejó el orgullo por los suelos. Pero esto es otra cosa. Ahora es el Mundial de Clubes, ese torneo que FIFA quiere que importe y que Europa trata como un amistoso glorificado.
O no tanto Europa en sí, sino algunos clubes de Europa, sobre todo los que no hicieron méritos para volar a Estados Unidos y embolsarse unas cuantas decenas de millones. Esos son los detractores.
Xabi Alonso, recién aterrizado en el banquillo madridista, tiene un problema: demasiados jugadores a una amarilla de la suspensión. Vinícius y Bellingham, sus estrellas, rozan el castigo. Mbappé, recién salido de una gastroenteritis, aún huele a medicamentos.
Mientras, el Dortmund de Kovač llega con la moral alta, aunque sin Jobe Bellingham (hermano pequeño de Jude, suspendido). Serhou Guirassy, su delantero, lleva goles en los últimos 10 partidos. Peligroso.
¿Favorito? El Madrid, siempre el Madrid. Llevan seis partidos sin perder contra los alemanes, incluido un 5-2 en el Bernabéu con hat-trick de Vinícius. Eso fue en el último enfrentamiento. Pero este torneo es raro. Hace calor en Nueva Jersey (86°F), los jugadores se quejan de la humedad, y hasta 10 juventinos pidieron cambio por agotamiento en el partido anterior. El Madrid sudó para ganar 1-0 a la Juventus. No convenció a algunos.
Las posibles alineaciones son un ejercicio de imaginación. Para el Madrid: Courtois; Alexander-Arnold, Rüdiger, Huijsen, Fran García; Valverde, Tchouaméni, Bellingham; Güler, Gonzalo García (el goleador del torneo por el Madrid), Vinícius. Mbappé en el banquillo, como un Ferrari en el garaje. Para el Dortmund: Kobel; Süle, Anton, Bensebaini; Ryerson, Nmecha, Groß, Svensson; Brandt, Adeyemi; Guirassy. Nada del otro mundo, pero con hambre.
El Dortmund tiene algo que el Madrid ya no: la inconsciencia. No les tiembla el pulso. En el 2013, con un Lewandowski endiablado, les dieron una lección de fútbol y de soberbia. Hoy, sin estrellas de ese calibre, juegan con el orgullo de quien sabe que Europa los mira de reojo. El Madrid, en cambio, carga con el peso de ser el «Rey de Copas». Y a veces, eso cansa.
¿Quién gana? El Madrid, probablemente. Pero no será fácil. El partido podría decidirse en detalles: un error de Kobel, un regate de Vinícius, un cabezazo de Guirassy. O quizá en los últimos minutos, cuando Mbappé salga del banquillo como un misil.
Lo único seguro es que, al final, alguien hablará del calor. Siempre pasa