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¿QUÉ HAY DETRÁS DEL BLOQUEO DE LAS CUENTAS DE LAS EMPRESAS EXTRANJERAS?

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Por Jorge Sotero ()

La Habana.- Si crees que la determinación del régimen cubano de bloquear las cuentas de las empresas extranjeras en Cuba es un libretazo más del régimen, puedes estar en un error. La dictadura no da puntada sin hilo, y suele ser cauta a la hora de tomar decisiones.

Cierto es que la mayoría de las determinaciones son erradas y que no han conducido a nada por los años de los años, pero esto de ahora no es un carpetazo, algo que se le pudo haber ocurrido a Manuel Marrero, o a Miguel Díaz-Canel. Esto es más pensado, más analizado, a lo que dedicaron muchas horas.

Si crees también que, como en otras ocasiones, quieren ponerle un freno a la inversión extranjera, tampoco estás en lo cierto. La dictadura necesita, más que nunca, de dinero foráneo.

¿Entonces por qué?

El castrismo sabe que el gobierno de Donald Trump va a ir a por ellos. No se ha lanzado la administración estadounidense a darles un hachazo por el tronco y derribarlo, pero desde La Habana lo intuyen, y casi tienen la certeza.

La reinclusión, casi al instante de la toma de posesión, del castrismo en la lista de países patrocinadores del terrorismo es una muestra. Otra, aunque tal vez no estuvo condicionada, el nombramiento de Marco Rubio como Secretario de Estado. Y otra más: la presencia de Mauricio Claver Carone como enviado especial del Departamento de Estado para América Latina.

Washington, muy sutilmente, va cerrando el cerco sobre el gobierno cubano. Y cada una de las medidas que toma, afectan de una manera u otra a la tiranía más antigua de América Latina y la segunda más añeja del mundo, luego de la de Corea del Norte.

Marco Rubio estuvo de gira por el Caribe y le recordó a los gobiernos de varios países que no veía con buenos ojos lo de la contratación de médicos cubanos. Les dijo que Washington consideraba que la forma en que La Habana negocia con sus galenos le parecía una forma de esclavitud moderna.

Esos países, al seguro, tomaron nota. Y la cúpula castrista también. Encima de eso, saben que Trump va a ir a por Venezuela. Que ha retirado licencias para la explotación de petróleo a empresas de su país y que amenazó con aranceles a los países que compren petróleo venezolano. No parece poca cosa, si eres uno de los que mandas en La Habana.

Encima de eso, muchas voces se levantan en Estados Unidos, pidiendo el cese total del envío de remesas a Cuba, y la prohibición de viajes de cubanos residentes en el país a la isla.

¿Y qué? ¿Qué tiene que ver todo esto con el bloqueo de las cuentas de empresas extranjeras en Cuba?

Pues la cúpula castrista cree que Washington cocina un paquete de medidas radicales contra su gobierno. No unas restricciones a GAESA ni a todo su entorno, sino un golpe demoledor, como ponerle aranceles adicionales a todo el que comercie con Cuba. Incluso más.

Trump, influenciado por Marco Rubio, podría impedir que todo país que comercialice con La Habana, lo haga con Estados Unidos. O que las empresas con representación en Cuba, no puedan exportar a Estados Unidos, ni adquirir ningún producto estadounidense. Y eso sería definitivo.

Y ahora me dirán que China y Rusia, por ejemplo, podrán mantener sus vínculos con el castrismo, pero sería una afirmación engañosa.

Beijing, por ejemplo, respeta más que nadie el embargo estadounidense a la isla, además de que tampoco el castrismo inspira mucha confianza en China, sobre todo porque no paga la deuda que tiene con el gobierno y con empresarios de aquel país.

Si tiene dudas sobre la lealtad de China a las leyes de Estados Unidos, visite Beijing y vaya a un banco cualquiera con un pasaporte cubano e intente cambiar un billete de 100 dólares. No lo podrá hacer en ninguna parte. Mande a un amigo con pasaporte de otro país y verá al momento cómo lo consigue.

Por otra parte, aunque Moscú manda constantemente a algunos de sus altos dirigentes a la isla, el presidente ruso tampoco le tiene mucha fe al gobierno de La Habana. Considera a Díaz-Canel poco menos que un monigote de Raúl Castro, y tiene claro que el hombre fuerte del país sigue siendo el nonagenario anciano, cuyo control sobre la estructura represiva lo mantiene en el poder.

Intentan forzar a las empresas extranjeras a quedarse

Trump y Putin intentan llegar a un acuerdo sobre Ucrania. Quieren hacerlo en los mejores términos posibles y no es de dudar que se hagan concesiones mutuas y que el nombre de Cuba aparezca en escena, aunque nunca veamos la letra del acuerdo, porque así negocian las potencias desde tiempos inmemoriales. Y si hay dudas, recordemos el ataque de celos de Fidel Castro, cuando Nikita Jruschov y John F. Kennedy solucionaron a sus espaldas la crisis de los cohetes.

En fin, como la cúpula castrista sabe que la situación se va a tornar más difícil y que escaseará el dinero. Por eso bloqueó las cuentas de las empresas extranjeras en Cuba. Y para intentar quedar bien, les dio una salida: si quieren seguir contando con esa plata, inviertan en Cuba.

Algunos de los afectados, por no perderlo todo, han aceptado. Otros están plantados, se niegan y quieren sus dólares, y los quieren puestos en bancos en el exterior, porque aquello de cobrar en pesos cubanos -o en los CUC de antes- y cambiar en el mercado negro, como hicieron algunos alguna vez, ya no funciona.

Embargar las cuentas es una solución in extremis, pero es la única opción de la familia Castro, Díaz-Canel y Manuel Marrero para que las empresas extranjeras no se vayan, cuando Trump ponga sobre el tapete el paquete de medidas que su gobierno elabora para darle el golpe definitivo al régimen cubano.

El que tenga dudas, que agarre un poquito de paciencia y se dará cuenta de lo que viene en poco tiempo. Porque, por demás, el actuar del castrismo, sus señales corporales, indican un nerviosismo extremo. Solo hay que ver la convocatoria del primero de mayo, con el anuncio de cinco millones de participantes, o la declaración de Díaz-Canel de combatir en las redes.

Con Trump esas cosas no valen mucho, no representan nada. Les está preparando un golpe demoledor y el castrismo lo sabe y ya siente los primeros retortijones.

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