
Newsletter Subscribe
Enter your email address below and subscribe to our newsletter
Por Mauricio de Miranda Parrondo ()
La Habana.- Las agencias y medios de prensa internacionales anunciaron la renuncia del presidente de Vietnam, Vo Van Thuong (54 años) luego de que supuestamente «violara las reglas del Partido», lo cual «había afectado la reputación del Partido, el Estado y de él personalmente».
Los medios de prensa que he leído mencionan que la presidencia es un cargo ceremonial, porque señalan al secretario general del PCV y al primer ministro con más poder efectivo. Sin embargo, no debe perderse de vista que cuando fue designado para ese cargo, el 2 de marzo de 2023, dos meses después de la renuncia de su predecesor Nguyen Xuan Phúc, era secretario ejecutivo del Secretariado del CC del PCV (una especie de segundo secretario) y miembro del Buró Político, lo cual indicaba que, muy probablemente (ahora imposible) podría haber sido el sucesor de Nguyen Phu Trong (quien cumplirá 80 años el 14 de abril) en la secretaría general del Partido cuando se efectuara el próximo congreso en 2026. Pero, además, el presidente del Estado es, según la Constitución, el presidente del Consejo Nacional de Defensa y Seguridad.
Todo parece indicar que se trata de un nuevo caso de corrupción. El anterior presidente Nguyen Xuan Phuc había renunciado cuando estalló un escándalo relacionado con sobornos pagados a funcionarios gubernamentales por compañías que producían test para detectar el covid-19.
Según trascendió entonces, el entonces presidente no estaba involucrado, pero si dos viceprimeros ministros, el ministro de Salud Pública y el alcalde Hanoi, y en ese entonces Xuan Phuc era primer ministro. De manera que asumió la responsabilidad por los delitos cometidos por funcionarios a su cargo.
Aun no se tiene toda la información y sabemos que en Vietnam, como en China, como en Corea del Norte y en Cuba, la transparencia informativa no es la característica, pero todo parece ser un nuevo caso de corrupción.
Una cosa es clara -y repito lo que dije a raíz del «affaire Gil» en Cuba-, ningún sistema es inmune a la corrupción, pero los regímenes totalitarios, en los que no existen contrapesos institucionales en las estructuras de poder, en los que la prensa no es independiente y, por tanto, no actúa como un mecanismo de control ciudadano al gobierno, en los que el parlamento y el sistema jurídico responden a una disciplina de Partido, y en los que la ciudadanía carece de mecanismos para elegir a sus dirigentes y removerlos de forma democrática, ni cuenta con los mecanismos para expresar su protesta pública porque, además, esta es reprimida desde el poder, existen las condiciones como caldo de cultivo para el fomento de la corrupción.
En el último informe de Transparencia Internacional (2023), Vietnam alcanzó solo 41 puntos de 100 y compartió los lugares 83-86 con Burkina-Faso, Kosovo y Suráfrica.
En mis varias visitas de investigación a Vietnam, conversé con varios empresarios, tanto vietnamitas como extranjeros, y todos señalaron la corrupción como el principal problema que enfrentaban en sus negocios.