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¿Pueden caer más los Yankees?

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Por Robert Prat ()

Miami.- Los New York Yankees, ese equipo que alguna vez fue sinónimo de grandeza y ahora parece más bien un drama en pausa, han logrado lo impensable: convertir una cómoda ventaja en la cima del Este de la Liga Americana en un espectáculo de autosabotaje.

A mediados de junio, con un récord de 42-25, parecían dueños de su destino. Hoy, tras una espiral de derrotas que incluye dos rachas de cinco pérdidas seguras, están terceros en su división, mirando desde abajo a equipos que ni siquiera olían a playoffs hace unas semanas.

La pregunta no es si pueden empeorar, sino cuánto más ridículo puede ser el viaje.

El colapso tiene muchos padres: una ofensiva que se esfumó como el sueldo de un becario, lanzadores que parecen más frágiles que un celular sin funda, y errores defensivos que harían llorar a Derek Jeter (quien, por cierto, ya los criticó por «cometer demasiados errores»).

Pero el gran imán de las culpas es Aaron Boone, el manager que sobrevive a todo como si tuviera un pacto con el diablo. Boone, que llevó a los Yankees a la Serie Mundial en 2024 solo para perder ante los Dodgers, ahora parece un títere de la mala suerte: sus decisiones son cuestionadas, su liderazgo, ridiculizado, y su explicación favorita —»estamos enfocados en ser lo mejor que podamos»— suena a mantra de un gurú de autoayuda.

Las culpas repartidas… hasta con Judge

Las críticas a Boone no son nuevas, pero ahora tienen el volumen de un concierto de Bad Bunny. Los fanáticos lo acusan de falta de accountability (esa palabra mágica que los exjugadores como Alex Rodríguez usan para decir «en mis tiempos nos ponían de patitas en la calle»).

Sus cambios en el bullpen son vistos como apuestas temerarias, y su paciencia con jugadores en slump parece más testarudez que estrategia. Sin embargo, la directiva —encabezada por Brian Cashman— insiste en que es el hombre indicado, citando su récord en temporada regular (.584 de porcentaje de victorias) y su habilidad para «sacar lo mejor de sus jugadores». Claro, lo que no dicen es que «lo mejor» de algunos parece ser un .200 de average.

¿Tienen opciones de llegar a la postemporada? Matemáticamente, sí. Pero este equipo no inspira confianza. Han firmado parches como el pitcher japonés Kenta Maeda (despedido por los Tigers tras una ERA de 7.88) y despidieron a Marcus Stroman (6.23 de ERA), lo que sugiere más desesperación que planificación.

La esperanza está en que Aaron Judge regrese y con el bate caliente, y Giancarlo Stanton despierte de su letargo, porque uno y otro llevan meses hibernando. Mientras, rivales como los Medias Rojas y los Azulejos no perdonan.

¿Despedir a Boone?

¿Deberían despedir a Boone? Es tentador, pero quizá inútil. La raíz del problema es más profunda: una rotación lesionada, una ofensiva inconsistente y una gerencia que parece creer que el nombre «Yankees» solo basta.

Boone es un chivo expiatorio cómodo, pero no el único culpable. Eso sí, si el equipo sigue así, hasta su camiseta de Derek Jeter (que usa irónicamente para las ruedas de prensa) le quedará grande.

Al final, los Yankees son como ese amigo que siempre promete cambiar y nunca lo hace. Tienen el talento, el dinero y la historia, pero también una habilidad única para tropezar con la misma piedra.

La postemporada aún es posible, pero si no corrigen el rumbo, pronto estarán más cerca de las bromas de Twitter que de la Serie Mundial. Y lo peor es que, viendo cómo van, hasta eso les queda grande.

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