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¿Plaga o negligencia? La pregunta incómoda sobre la desaparición de los cítricos cubanos

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Por Manuel Viera ()

La Habana.- Me gustaría hablar de las naranjas, profundizar sobre el tema, porque incluso he conversado bastante con personas que saben muchísimo del tema. Ahí dejo algunos criterios para los que quieran saber.

En 1990 estaban sembradas en Cuba unas 144 mil hectáreas y se produjo ese año algo más de un millón de toneladas de cítricos. Se hablaba por aquella época de que los cultivos tenían potencial para producir tres millones de toneladas. Y hablamos de 1990.

Para el año 2005-2007 ya se habían detectado muestras de la bacteria conocida como la «tristeza de los cítricos» o huanglongbing de los cítricos, que también apareció en Florida, Estados Unidos, sobre el año 2005.

La plaga se extendió rápidamente por la presencia en Cuba del insecto vector que la transportaba de planta a planta.

En 2006 el área cultivada en Cuba se había reducido a sólo unas 42 mil hectáreas, menos de un tercio, en una disminución no sólo atribuible a la plaga sino también a la caída del mercado europeo por la desaparición de los países socialistas de Europa, que constituían el mercado principal de la exportación cubana de naranjas, toronjas, limas, etc., etc.

También al abandono de los cultivos, a la falta de insumos agrícolas, a malas políticas de gestión ambiental, así como por la ocurrencia de varios huracanes que afectaron a Cuba y destruyeron directamente zonas cultivadas.

La caída en barreno y las comparaciones

Según datos oficiales, para 2017 se cultivaban apenas 14 mil hectáreas; para 2020, unas 11 mil hectáreas, y con total certeza son muchas, muchísimas menos al día de hoy.

Desde 2017, Cuba, la Cuba que exportaba cítricos al mundo, debe importar cítricos fundamentalmente desde México para abastecer al turismo. O sea, para satisfacer el consumo de los hoteles.

Acá es donde viene lo curioso. La enfermedad no sólo atacó en Cuba, también en Florida. Sin embargo, allí destruyeron los cultivos, utilizaron los insumos necesarios para tratar el suelo y combatir la plaga y los vectores transmisores, y volvieron a replantar el cítrico. Allí las producciones han decrecido considerablemente, pero el cítrico no ha desaparecido de los mercados y aún representa unos 7 mil millones de dólares en la economía de Florida.

Por poner un ejemplo: la cosecha 2024-2025 se vio afectada en un 33% por efecto de huracanes y heladas. Para paliar su impacto y recuperar la producción, el gobierno destinó en ayuda a los productores unos 140 millones de dólares. Sí, claro: la agricultura cuesta.

Ahora, después de todo esto, tengo una pregunta para todos los comunistas que desde 2005 no paran de hablar de una plaga que destruyó el cítrico —algunos fanáticos, incluso, juran que la lanzaron los americanos desde aviones sobre los cultivos—:

¿Por qué ellos, «los malos», se han dedicado a combatir las plagas y los impactos del cambio climático para recuperar su producción citrícola, y nosotros, «los buenos», acá en Cuba, con institutos y decenas de trabajos de investigación muy realistas, no hemos pasado de hablar de plaga, de bloqueo, de justificar, de destruir todo y de quejarnos? A ver, ¿quién responde?

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