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Por Edi Libedinsky ()
Bueno Aires.- En 1787, en Francia no se pensaba mucho en las patatas. Se consideraban aptas solo para animales, y muchas personas creían que eran demasiado duras para que los humanos las digirieran.
Los franceses eran escépticos respecto a este cultivo, a pesar de que ya era un alimento básico en otras partes de Europa.
En ese momento, muchos temían que pudiera causar enfermedades, y a menudo se veía como un alimento de clase baja. Pero un hombre, un farmacéutico llamado Antoine-Augustin Parmentier, sabía que la patata tenía más potencial.
Parmentier no iba a dejar que estos conceptos erróneos lo detuvieran. Para mostrar a la gente cuán valiosas podían ser las patatas, estableció una granja de dos acres para cultivarlas. Pero no se detuvo ahí: también colocó guardias armados alrededor de la granja para que pareciera que se estaba protegiendo algo muy valioso.
La idea funcionó. La gente vio a los guardias y supuso que las patatas valían la pena robarlas. Así que comenzaron a colarse por la noche para llevarse algunas, pensando que estaban obteniendo algo raro e importante.
Gracias a este ingenioso truco, la patata ganó popularidad, y con el tiempo, la gente comenzó a ver su verdadero valor como fuente de alimento.
Las acciones de Parmentier ayudaron a cambiar la percepción de la patata en Francia, convirtiéndola en el cultivo común y nutritivo que conocemos hoy. Sus tácticas ingeniosas demostraron cómo incluso un alimento simple podía convertirse en un símbolo de innovación y ingenio.