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Nos siguen entreteniendo con el relato judío mientras el islam conquista EEUU

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Por Carlos Carballido

Desde la era Obama, las especulaciones sobre un complot global de “judíos malignos” se dispararon a un ritmo tan alucinante como en tiempos de la Alemania hitleriana, mientras un fenómeno real y silencioso modificaba la composición étnico-social de Occidente: la islamización mediante inmigración estimulada.

La sociedad occidental comenzó a intoxicarse con corrección política y wokismo, de modo que cualquiera que criticara este fenómeno era inmediatamente calificado como nazi o islamófobo, lo cual es además una contradicción histórica.

Este desvío del foco crítico favoreció lo que hoy parece un fenómeno irreversible: un aumento casi exponencial de inmigrantes musulmanes en Europa y Estados Unidos; este último país ya cuenta con un alcalde en New York, varios vicegobernadores, congresistas y cientos de concejales musulmanes que poco a poco amplían su influencia política, generalmente favorable al islam y en detrimento de los valores judeocristianos sobre los que se basa la Constitución estadounidense.

Llama la atención que figuras conservadoras como la congresista Marjorie Taylor Greene, Tucker Carlson o la propia Candace Owens continúen con el relato anti-Israel, mientras de este fenómeno no han dicho prácticamente nada.

El crecimiento musulmán

Lo incomprensible es que esta comunidad ha protagonizado un flujo migratorio irracional, provocado por supuestas “crisis humanitarias” que en realidad son revueltas tribales en sus países de origen. Ese movimiento humano suele venir acompañado de financiamiento proveniente de países islámicos yihadistas, destinado a la construcción desproporcionada de mezquitas en las ciudades donde se asientan.

Lo de Europa es bien conocido. Pero mientras en EE. UU. sigue en pie la narrativa del “Estado judío malvado” que supuestamente aniquiló a Charlie Kirk, la población musulmana ha crecido a ritmos acelerados.

Antes de que Obama impulsara esta nueva ola, los musulmanes en EE. UU. rondaban los 1,8 millones, según datos del Censo. Para 2024, esa cifra casi se había cuadruplicado, llegando a unos 5 millones. Y según proyecciones de Pew Research, para 2030 esta población crecerá más que cualquier otra, debido a una tasa de fertilidad que supera los 4 hijos por pareja, por encima incluso de negros y judíos (3,2).

El problema no es que aumenten, sino lo que ese aumento puede traer aparejado. El islam, más que una religión, es una ideología de tipo teocrático que no acepta separación entre dogma religioso, Estado e instituciones. Para esa comunidad, cualquier ley, programa social o invitación a coexistir con otras religiones queda subordinada —e incluso prohibida— por su libro sagrado.

La negación de políticos y medios

Ya se observa que, en ciudades con grandes asentamientos musulmanes, se afectan derechos como el libre tránsito y las normas de sonoridad debido a los llamados a oración (cinco veces al día). Lo lógico sería que ajustaran sus horarios para acudir a la mezquita, pero no: es el resto de la población quien debe ajustarse a ellos.

Lo mismo ocurre con los comercios en estas zonas, donde no pueden vender alcohol, lotería ni carne de cerdo, afectando la economía local. En Houston se viralizó un imán exigiendo estas restricciones.

La prensa liberal y los políticos demócratas han negado estas realidades y minimizado el impacto observable. Incluso han promovido programas escolares para enseñar el Corán, mientras fueron los primeros en impulsar la prohibición de la Biblia cristiana en los planteles educativos.

Lo que vemos no es un hecho aislado, sino un plan organizado y financiado, tal como lo anticipó el politólogo y experto en estudios demográficos Giovanni Sartori, quien lo describió como una extensión de la conquista islámica de aquella Europa que perdió en Lepanto.

Asia y Rusia se blindan, pero América se abre

No se han conformado, y ahora avanzan sobre América, mientras países asiáticos y Rusia han blindado sus leyes para impedirlo.

Y lo han logrado sin disparar una bala ni blandir una cimitarra, siguiendo lo indicado por el erudito islámico Yusuf al-Qaradawi en una de sus fatwas de la Hermandad Musulmana en 2004:

“El islam volverá a Europa como conquistador y vencedor, después de haber sido expulsado dos veces… Esta vez la conquista no será por la espada, sino por la da’wa (predicación) y la ideología.”

A ello añadió otra afirmación —difundida por Al Jazeera y erróneamente atribuida al expresidente argelino Houari Boumedienne y también al expresidente yemení Muamar el Gadafi—:

“Conquistaremos Occidente gracias al vientre de nuestras mujeres.”

Si usted cree que exagero, está en su derecho. Pero si desconoce la historia de la expansión islámica, solo podrá lamentarse cuando ya sea demasiado tarde.

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