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Por Jorge Sotero ()

La Habana.- Vicente de la O Levy vuelve a la carga con su repertorio de promesas gastadas. El ministro de Energía y Minas, ese hombre que habla como si los apagones fueran una leyenda urbana y no el pan nuestro de cada día, salió otra vez a vender humo.

Dice que Cuba está en el camino de la «independencia de los combustibles fósiles», mientras el país sigue prendido con alfileres a barcazas de fuel oil y a la caridad de quien quiera venderle un litro de diésel. Ministro, ¿en qué Cuba vive usted? ¿En la de los discursos o en la de las colas para comprar velas?

Lo de siempre: un «programa a largo plazo», «todos los esfuerzos invertidos», «la soberanía energética en el menor tiempo posible». ¿No le da vergüenza repetir el mismo libreto año tras año?

En 2022 juraron que las termoeléctricas se arreglarían. En 2023, que la generación distribuida acabaría con los cortes. Ahora, en 2024, el cuento es la «transición energética». Pero los cubanos no necesitan transiciones, necesitan luz. Y ustedes, ministro, no han sido capaces ni de mantener encendido un foco sin que se queme a los tres días.

Los ‘milagros’ del ministro

Lo más risible —o trágico, según se vea— es que el tipo sale con que «la alta demanda se debe a la compra de electrodomésticos». ¡Qué cinismo! ¿Acaso no fue este gobierno el que abrió las tiendas en MLC para que la gente comprara aires acondicionados que no pueden usar? ¿O es que ahora la culpa es de los cubanos por querer vivir como seres humanos?

Mientras, Díaz-Canel habla de «soberanía» y ustedes siguen mendigando combustible a Turquía, Argelia o quien les tire un salvavidas. Soberanos de la miseria, eso sí.

Y ahí viene lo bueno: «51 mil toneladas por encima del plan». Ministro, ¿a quién quiere engañar? Si esa cifra fuera cierta, los apagones no durarían 12 horas. Pero la realidad es que ni con fuel oil, ni con los parques fotovoltaicos —que, por cierto, son un chiste comparados con lo que se necesita—, ni con los motores resucitados a punta de milagro, han logrado evitar que la gente se cocine al sol en pleno siglo XXI. ¿O es que los 383 MW recuperados son los mismos que anunciaron el año pasado como «gran avance»?

El colmo es que reconocen, casi de casualidad, que no pueden garantizar ni 700 MW. Es decir, admiten el fracaso, pero lo envuelven en palabrería de «estrategias innovadoras». Innovador sería, ministro, que por una vez dijeran la verdad: que esto es un desastre, que no tienen solución y que llevan años mintiendo para ganar tiempo. Pero no, prefieren el teatro. «El país no descansa en la búsqueda de alternativas», dice. Claro, porque el país está exhausto de buscarlas… y de no encontrarlas nunca.

Patente de corzo para mentir

Lo grave no es que mientan. Lo grave es que lo hacen con la tranquilidad del que sabe que no habrá consecuencias. Díaz-Canel, Guerra, usted: la misma trilogía del engaño. Prometen, fallan, y luego salen con que el problema es el bloqueo, la demanda, las nubes, el viento, los electrodomésticos malagradecidos. Todo menos su incompetencia.

Mientras, los hospitales se caen a pedazos, las fábricas paran y la gente pierde la paciencia. Pero eso sí, los discursos siempre tienen energía ilimitada.

¿Sabe qué es lo peor, ministro? Que ya ni siquiera les creen sus propios números. Cuando dicen «recuperación», la gente sabe que viene otro apagón. Cuando hablan de «resultados», preparan las linternas. Han convertido la energía en un espejismo, y al pueblo en un actor secundario de su obra de terror burocrático.

Así que no, ministro La O. No vendan más cuentos. Los cubanos no piden milagros, piden responsabilidad. Y ustedes, sencillamente, no tienen ninguna. Mienten, sí. Pero cada vez quedan menos tontos que les crean.

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