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Por Pedro Monreal (El Estado como tal)
La Habana.- Dicen que el parlamento cubano “evaluará medidas para reimpulsar la economía”. Pero, de entrada, aquí hay dos argucias. Primero, lo que debería evaluarse no son medidas aisladas, sino el supuesto programa. Segundo, tal programa nunca ha sido divulgado públicamente en detalle.
La presentación de “10 objetivos” es puro postureo porque los objetivos son declaraciones de anhelos y no mucho más que eso.
La diferencia entre un programa económico y una carta a los Reyes Magos es que un programa incluye muchos más componentes que los objetivos.
Un programa económico incluye como mínimo: objetivos, metas cuantificadas, calendario de implementación y indicadores de progreso. También formato, plazos de monitoreo y de evaluación, mecanismos de corrección, rendición de cuentas y recursos para su ejecución.
Además de no utilizar un formato riguroso, quienes dicen tener un “Programa de Gobierno para corregir distorsiones y reimpulsar la economía” parecen olvidar algo. Convenientemente olvidan discutir la cuestionable “conceptualización” que determina tal “programa”.
La “conceptualización” (esquema de planificación centralizada exigido por el Partido Comunista) fue la nave nodriza de aquel “ordenamiento” de 2021. Este terminó siendo la “madre de todas las derrotas” de la credibilidad gubernamental respecto a la gestión económica.
La “conceptualización” ha sido también la nave nodriza de los intentos desde finales de 2021 de ordenar el “ordenamiento”. A estas alturas es evidente que a lo que pomposamente llaman oficialmente “programa” no pasa. No pasa de ser una colección de parches inefectivos.
Como ha expresado el colega Julio Carranza, la economía cubana sigue un modelo agotado. Agrego que la crisis y la inconsistencia del “programa” actual indican que seguiremos viendo modelos agotados mientras se horneen en el fogón de la “conceptualización”. El problema es político.