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MAYORÍA PROGRESISTA EN CANDIDATURAS PARA SELECCIONAR AL NUEVO PAPA

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Por Carlos Carballido

Tras la muerte del #Papa de la Iglesia Católica Romana, comienza un camino espinoso de cabildeos y luchas internas dentro del Vaticano para seleccionar al nuevo Sumo Pontífice.

No son muchos los candidatos, pero de ellos hay al menos cuatro que seguirían la línea de Bergoglio, en el mejor de los casos, o la intensificarían para darle más wokismo a la institución y estar a tono con esa tendencia global que se auto fagocita poco a poco.

En ese contexto, los nombres que suenan para sucederlo no son solo “papables”, sino símbolos posibles de hacia dónde puede ir la Iglesia.

En el propio proceso de selección de candidatos ya se perciben elementos de “inclusividad” racial y étnica, como si quisieran quedar bien con los medios liberales y, de paso, con la nueva izquierda que ha secuestrado las instituciones globales, incluida la Iglesia cristiana de todas las denominaciones.

En ningún caso se tienen en cuenta ni la capacidad para dirigir una institución en decadencia, sumida en miles de escándalos no resueltos, como los abusos sexuales y la pederastia, ni la necesidad de devolver a los feligreses la práctica y las enseñanzas de la doctrina cristiana, basada en la familia y el respeto, así como en los Diez Mandamientos que señalan el camino íntegro de un ser humano con la sociedad.

Entre los candidatos destacados, se les está otorgando mayor preponderancia a:

[ ] Luis Antonio Tagle, de Filipinas, alineado con la doctrina medio izquierdosa del fallecido Papa Francisco.

[ ] Pietro Parolin, italiano, tan o más reformista liberal que Francisco.

[ ] Matteo Zuppi, también italiano, que encarna una Iglesia de cercanía y compromiso social.

[ ] Peter Turkson, africano ghanés, moderado y preocupado por el medioambiente, podría ser una opción progresista desde el sur global.

Estos cuatro cardenales no solo son los más visibilizados por los medios de prensa liberales, sino que también representan la tendencia progresista-liberal dentro del Vaticano, que cada vez más intenta ponerse al lado de las tendencias anti-conservadoras globales, sin importarles mucho la verdadera fe de sus feligreses.

Cualquiera de ellos serviría para apoyar las agendas ideológicas que están imponiendo las élites, disfrazándolas de un populismo progre para ganar validación y aceptación popular.

En este proceso de candidaturas a posibles sucesores del Papa, hay dos figuras que, de igual manera, tienen mucho respaldo entre los católicos de a pie, simplemente porque mantienen la esencia de la doctrina católica y han sido voces “disrruptivas” en el Vaticano, oponiéndose a las ideologías de género y woke, y enfatizando en los valores de la familia.

Me refiero al guineano Robert Sarah, que representa el ala conservadora y tradicionalista: una Iglesia de certezas, menos abierta al cambio.

El otro en la lista es el húngaro Peter Erdö, ordenado por el Papa Juan Pablo II, conocido por su postura conservadora en temas doctrinales, especialmente en lo relacionado con el matrimonio y la familia. Su formación académica es sólida, con doctorados en teología y derecho canónico, y ha sido profesor en diversas universidades, incluyendo la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma.

Erdö ha demostrado, a lo largo de su trayectoria, una opinión extremadamente crítica hacia el comunismo y la nueva socialdemocracia, que comparten el odio a la libertad y el desprecio por los valores morales de los patriotas y conservadores.

Dicho todo esto, creo que las cartas ya están sobre la mesa. La inclusión, como ideología, es evidente.

La selección sigue siendo mayoritariamente para la parte liberal y woke: por un lado, un asiático con antecedentes latinos, un negro, y los blancos italianos con el alma más roja que sus sotanas. Por otro, un blanco anticomunista y un negro, que ya no cuentan en este mundo, simplemente porque son conservadores hasta la médula.

Veremos quién gana el trono papal. Más allá del júbilo católico, la trascendencia del acto estará en que, de una vez por todas, veremos qué camino tomará el Vaticano: ¿volver a las raíces del cristianismo o seguir en este abismo aberrante del izquierdismo, incluso en la hostia que le dan a los fieles?

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