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LOS REYES DE LA JERIGONZA Y EL CAOS EN CUBA

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Por Jorge Sotero ()

La Habana.- En una de sus acepciones, el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española dice que jerigonza es «lenguaje de mal gusto, complicado y difícil de entender». En otra, aclara que es «lenguaje común de algunos gremios», y yo agregaría que ambas le vienen como anillo al lado a la clase política cubana.

Hace unos años, no muchos como para olvidarlo, el presidente de Cuba apareció en televisión, visiblemente molesto, al menos por las gesticulaciones y le metió un regaño al pueblo por escuchar lo que decían los medios y las redes contrarios a su gobierno, según él, el más noble y bueno de cuantos hay en este mundo.

«Que han dicho que vamos a cerrar las tiendas en CUC y vamos a dejar nada más que tiendas en divisas, en moneda libremente convertible (MLC) y no es así: nosotros vamos a mantener, a un costo tremendo, un nivel de ventas en las tiendas en CUC, fundamentalmente de alimentos, de aseos, la canastilla, leche en polvo… todo un grupo de cosas que vamos a mantener».

Eso fue hace poco más de tres años. Y había CUC, MLC, y El Hombre de la Limonada agregó que esos productos «le van a llegar a todo el mundo y se van a vender en CUC o CUP, como se plantea».

Luego soltó su jerigonza genial: «necesitamos vender una cantidad de mercancías en moneda libremente convertible para tener divisas para seguir ampliando esa venta, y con esa venta seguir teniendo dinero para también una parte de ese dinero introducirlo en la industria nacional, que la industria nacional se convierta en una fuente de productos para esas tiendas y para las otras, y además, bla bla bla…»

Y se abrieron las tiendas en MLC. Poco después, como por arte de magia, se acabó el CUC y se acabaron también las ventas en CUP. No hay tiendas del gobierno que vendan en CUP, o sí, sí hay, pero no venden nada, porque allí no entra nada, o casi nada, que no es lo mismo, pero es igual.

Por no vender en CUP, ya ni las bodegas venden. De pronto, se acabó el azúcar, apenas llega arroz, leche en polvo es solo para los niños hasta dos años y para los mayores -me refiero a los infantes mayores de dos años- un polvo que no se toma ni el perro -y esto es literal-, y ni hablar de café y otros granos.

El de la jerigonza no se quedó ahí. No se vayan a pensar que porque pone cara de anormal es bueno. No, nada de eso: es tan hijo de puta como sus antecesores. Hubo un momento en que intentó acabar con el papel moneda, como medida, imaginó él, que tiene una ‘mente muy abierta’, para frenar la inflación. En muchos lugares había que pagar por transferencias, en un país donde nadie vende teléfonos, donde solo hay una compañía telefónica, cuyo servicio es peor que el de Suazilandia, y con una población envejecida, que no sabe cómo operar esos pagos.

Y entonces sucedió lo inesperado: el MLC pasó a un segundo plano y al CUP lo metieron en terapia intensiva, porque los que gobiernan, con el hombre de la jerigonza al frente, decidieron que había llegado el momento del dólar, el mismo que intentaron desaparecer cuando la famosa unificación monetaria, y al que renunciaron cuando dijeron que las arcas de los bancos estaban repletas de dólares, que a ellos no le servían para nada.

Tiendas en dólares, donde no se puede comprar con MLC, a pesar de que los que tienen MLC los compraron al gobierno al mismo valor de un dólar.

La cúpula que gobierna Cuba, incluyendo al de la jerigonza, no tiene vergüenza. Si lo tuviera, lo primero que hubieran hecho era decir que con la MLC se podían comprar dólares, a uno por uno, porque así se lo vendieron a la población. Pero no, sería mucho pedir a la corruptela gobernante, necesitada de moneda dura, para, por si acaso, salir corriendo con ella, y darse la buena vida de los tiranos cuando son expulsados del país.

Será difícil ver a alguno corriendo con una maleta de dinero hacia un avión, desde una pista de aterrizaje, porque ya hay otros medios para sacar el dinero. Los Castro lo sacan por la vía de Paolo Tittolo, quien lo tiene a buen recaudo en bancos italianos y de otros países de Europa. Y los Díaz-Canel, seguro que lo apostaron a la novia del hijastro, Ana de Armas.

Hace unas horas, en una aparición en la tediosa Mesa Redonda, una de las viceministras de Comercio Interior habló de mercados en divisas en todo el país, muchas de ellas operadas directamente por extranjeros, que es la única vía de tener mercados foráneos, porque nadie va a invertir dólares en productos en cualquier parte del mundo para llevarse CUP de acá.
Con esta medida, el inversor foráneo pone su mercado, pone sus precios, recupera su dinero y se lo lleva a su país. O así, al menos, es como lo veo yo, pero tal vez no sea así como lo ha planeado la cúpula gobernante, que desde antes de firmar los contratos estará imaginando cómo robarle a los que vienen con la plata, como mismo hicieron con los italianos de Etecsa, los mexicanos del picadillo, los vietnamitas de las almohadillas sanitarias, o no sé cuántos más.

Los que dirigen Cuba, además de expresarse muy mal, en un lenguaje que a veces ni ellos entienden, son unos ladinos, unos personajes sin escrúpulos, a los cuales les interesa un pepino lo que pase con el pueblo. Si se muere un millón de inanición, les importa un pepino, y no vayan al Diccionario de la Real Academia de la Lengua a buscar el significado, porque no está.

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