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Por Madelyn Sardiñas Padrón ()

Camagüey.- No quería comentar sobre este asunto, pero la indignación que me provocan la manipulación y la mentira, superan mi voluntad de abstenerme de hacerlo. Era cuestión de tiempo que se atacara la exportación de servicios médicos de Cuba. Si los políticos sesudos de este país no lo previeron, pues ¡mamá la loca! La exportación de servicios es una actividad económica y, como tal, genera ingresos.

Cada profesional, técnico u obrero cubano, que trabaja en el exterior en virtud de un convenio intergubernamental, debió firmar un contrato de trabajo donde se especificaran las condiciones laborales y salariales. Si el trabajador firma un contrato, entonces, con su firma, acepta esas condiciones, por muy esclavizantes que sean.

La pregunta aquí es ¿por qué las aceptan? ¿Por internacionalismo, solidaridad, altruismo y ya? ¡Falso! Solidario y altruista es quien lo tiene todo y lo deja atrás sin otro interés que servir a desconocidos. Prácticamente todas las misiones cubanas de todo tipo, incluidas las médicas, han sido, son y serán, para muchos, la única vía de crear condiciones para una vida menos indigna —incluso para tener un techo propio—, para dar a sus hijos lo que ellos no tuvieron; una forma de alejarse de la miseria sin tener que emigrar.

lAS ‘MOTIVACIONES’

Y para nada estoy cuestionando las motivaciones de nadie, pero ¡vamos! ¡seamos honestos, que no nacimos ayer! ¡Por supuesto que sacrifican muchísimo! Perderse el crecimiento de un hijo y no estar para socorrer a los padres, ya es bastante. A eso se suman los riesgos de todo tipo inherentes a los lugares donde cumplen esas “misiones».

Por otro lado, el Estado continúa exportando servicios de salud, mientras los hospitales y policlínicos en Cuba enfrentan una alarmante escasez de personal y recursos. Camas vacías en cubículos cerrados por falta de personal de enfermería, y 2, sólo 2 enfermeras atendiendo los pacientes de otros tres cubículos y los llamados cuartos sépticos en la sala de cuidados intermedios del hospital provincial Manuel Ascunce de Camagüey; ¡lo vi yo misma!, ¡no me lo contó nadie! Esto es reflejo de que la prioridad del sistema no es el bienestar del pueblo, sino el ingreso en divisas. No es solidaridad, es negocio, y el precio lo paga el pueblo.

Por si fuera poco, se inventan una excusa absurda para justificar la retención de los pasaportes, sobre todo, porque hay muchísimas personas que podemos desmentirlo. No es cierto que los pasaportes se retengan para evitar que se pierdan. La retención es una práctica de control que se ha ejercido siempre sobre todo cubano que interviene en convenios intergubernamentales que implican estancias de larga duración. En Hungría, en los años ’80, a los estudiantes nos recogían el pasaporte oficial apenas llegábamos, y no lo veíamos otra vez hasta el día anterior al viaje de regreso, si es que no nos lo daban estando ya en el aeropuerto a punto de tomar el avión.

Siempre buscan informantes, controladores

¡Y digo más! En cada grupo grande, desde que llegan, intentan reclutar a alguien para que actúe como informante en nombre del compañerismo, si es que no incluye un agente de la seguridad del estado; yo lo viví personalmente. Por suerte, incluso a mis 17, ya tenía muy clara la diferencia entre el compañerismo y la chivatería.

Las condiciones que llevan a los cubanos a aceptar estas misiones no son un reflejo de elección genuina, sino de necesidad. La precariedad de oportunidades reales dentro del país obligan a muchos a aceptar condiciones de trabajo que, en otro contexto, serían inaceptables.

El sacrificio personal y familiar no responde a un principio de altruismo puro, sino a la urgencia de mejorar su propia realidad. No es solo por un deber humanitario, sino la única vía que muchos encuentran para tener lo básico sin tener que emigrar.

Lo de los pasaportes es un mecanismo de control más

Los mecanismos de control, como LA RETENCIÓN DE PASAPORTES, no son nuevos. Lejos de ser una medida administrativa para «proteger documentos», Ha sido históricamente una herramienta de vigilancia y restricción sobre sobre quienes participan en convenios estatales.

Esto no es un fenómeno aislado, sino una práctica que data de la época en que prácticamente todos los cubanos éramos incapaces de cuestionar. Ya fuera por desconocimiento, inexperiencia o adoctrinamiento, el sistema de control se mantuvo sin resistencia durante décadas, asegurando que la sumisión no fuera una opción, sino la única realidad posible.

Pero la historia demuestra que todo mecanismo de control pierde eficacia en el momento en que se expone su verdadera naturaleza. Cuanto más evidente se hace la manipulación, más difícil es sostenerla sin enfrentar resistencia. La mentira solo sobrevive mientras haya quienes la acepten sin cuestionarla.

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