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Los Pictos: salvajes desnudos con lanzas

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Por Datos Históricos

La Habana.- Hace unos 2.000 años, en las tierras salvajes del norte de Britania, vivía un pueblo que ni siquiera el todopoderoso Imperio Romano pudo someter: los pictos.

Para los romanos, eran poco más que salvajes desnudos con lanzas. Pero la realidad era otra: eran guerreros formidables, con cuerpos cubiertos de tatuajes azules y cadenas de hierro como símbolo de riqueza. No usaban ropa. No la necesitaban. Sus marcas eran su armadura.

Julio César quedó tan impresionado por ellos que escribió:

“Se tiñen con pastel azul, lo que hace su apariencia más aterradora. Llevan el cabello largo y se afeitan todo el cuerpo, excepto la cabeza y el bigote.”

El nombre “picto” fue dado por los romanos: los pintados. Porque cada piel era un lienzo de símbolos, animales y poder. Iban a la guerra así, cubiertos de arte y fieras, desafiando a las legiones más poderosas de la historia… y ganando.

Durante siglos, los pictos defendieron sus tierras contra invasiones. Pero no fue la espada lo que los venció.

Fue la cruz.

En el siglo IV, comenzaron a llegar misioneros cristianos. Entre ellos, San Columba, quien según la leyenda, “derrotó” a un monstruo en el río Ness para ganar el respeto de los clanes. Con el tiempo, la cruz reemplazó al tatuaje. La palabra reemplazó al grito de guerra.

Y luego… desaparecieron.

Hacia el siglo X, los pictos se desvanecieron de la historia como niebla en las Highlands. No dejaron libros. Apenas dejaron huesos.

Hoy, lo poco que sabemos de ellos proviene de quienes intentaron conquistarlos… y fracasaron.

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