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Por Tania Tasé ()

Berlín.- Cuando en Cuba aún había electricidad y algo de comida, y se destinaban recursos a la Defensa Civil para que no hubiera muertos que ensuciaran las estadísticas de los ciclones, de todas maneras fallecían personas. Incluso en eventos meteorológicos menos severos que Melissa. Siempre se decía que era por negligencia o por accidentes evitables. Nadie pudo rebatir ese argumento nunca.

Ya sabemos que los muertos no se pueden defender.

Estas bestias ahora reportan 0 muertes «hasta el momento «, dice este ser para curarse en salud. No vaya a ser que cuando bajen las aguas, aparezcan un par de «negligentes » o borrachos en el lodo.

El término singao hace días que no sale de mi cabeza y no puedo decir una frase completa sin que se escape de mi boca. La palabrota sale cada tres palabras cuando converso con alguien sobre este tema.

Ustedes han publicado a la velocidad del rayo los números de cuentas bancarias a las que se puede donar para el pueblo en nombre de la «solidaridad «. Pero los números de los muertos por el huracán y por los virus que diezman a diario a la población cubana que queda en la isla, tienen que esperar.

Y luego nos mentirán como siempre.

Ya están celebrando victorias, como hicieron parados sobre las cenizas calientes de los chicos bomberos que murieron calcinados cuando la tragedia de los super tanqueros en Matanzas.

Yo soy ciudadana cubana y exijo saber. Tengo el derecho de enterarme de lo que sucede con mi gente y mi país, ¡AHORA!

Y no sólo quiero saber de los muertos, quiero saber qué va a pasar con los miles que lo han perdido todo.

Ah, ¡y cuidado con los que ya no tienen más que perder!

Ustedes tienen plantadas sus gordas posaderas justo en el cráter de un volcán.

Cuando haga erupción será indetenible. Es cierto que la noche es ya insoportablemente larga, pero no será eterna.

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