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Por Luis Alberto Ramirez ()
Solo en los países de corte socialista se repite un fenómeno que parece inherente a su naturaleza: la existencia de presos políticos. Para la izquierda, la oposición no es un ejercicio legítimo de la democracia, sino un acto de traición contra el pueblo, la nación y la patria.
La lógica es clara: cuando los socialistas llegan al poder, se apropian de esos símbolos colectivos y los transforman en banderas ideológicas. Consideran que son de su propiedad. Criticarlos equivale a atacar a la patria misma. Esa “ofensa” se paga con destierro, cárcel o incluso con la muerte, ya sea moral o física.
La historia lo confirma. Fidel Castro en Cuba, Hugo Chávez en Venezuela, Daniel Ortega en Nicaragua y tantos otros líderes de la izquierda latinoamericana han seguido el mismo libreto.
La represión se convierte en una estrategia de Estado. Se persigue, se encarcela y se silencia a todo aquel que ose cuestionar la supuesta “voz del pueblo” que ellos dicen encarnar.
Hoy, la noticia vuelve a dar la razón a quienes denunciamos estas prácticas. Nicolás Maduro acaba de excarcelar a 13 presos políticos en Venezuela, personas que jamás debieron ser privadas de libertad en primer lugar.
La medida es presentada como un gesto de apertura, cuando en realidad no es más que la corrección de una injusticia que nunca debió existir. Lo mismo sucede en Bolivia, donde tras la derrota electoral del MAS, el gobierno ha liberado a opositores perseguidos por motivos políticos.
Mientras tanto, en Nicaragua y Cuba, los regímenes continúan con la práctica sistemática del destierro, la prisión y el hostigamiento. Esto afecta a los ciudadanos que simplemente opinan distinto. Allí, disentir es un crimen.
La existencia de presos políticos en estos países demuestra que el socialismo, lejos de ser un sistema de justicia social, es un modelo de control absoluto.
La izquierda gobernante no tolera la diferencia ni la pluralidad, porque sabe que su permanencia en el poder depende del silencio forzado de las mayorías. Y mientras la represión siga siendo un instrumento legítimo para ellos, la libertad seguirá siendo un privilegio y no un derecho en esas naciones.