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López Díaz y la economía del absurdo: cuando el dólar es caridad y el hambre un invento contrarrevolucionario

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Por Jorge Sotero ()

La Habana.- Alberto López Díaz, Ministro de la Industria Alimentaria de Cuba, debe pensar que los cubanos somos tontos. O quizás cree que hemos desarrollado, por pura necesidad, la capacidad de alimentarnos de discursos.

En una declaración que debería archivarse en el museo de los absurdos revolucionarios, el señor ministro afirmó que la venta en dólares –moneda que ningún cubano de a pie recibe como salario– es una medida que «beneficia a la población».

Entonces, uno se pregunta si este otrora profesor de escuela, que seguramente enseñaba matemáticas básicas, ahora cree que dos más dos son siete, siempre que la ecuación la diga un funcionario con acceso a tiendas en divisas.

Uno imagina al profesor López Díaz en sus años de aula, explicando a sus alumnos que para comprar pan se necesita dinero, y que si el pan cuesta un dólar y tu salario es en pesos, pues mal asunto. Pero ese hombre, el de antes, ha muerto.

En su lugar ahora hay un señor con carnet del Partido, probablemente con cuenta en el exterior y acceso a los privilegios revolucionarios: alimentos y bebidas gratis, vacaciones en hoteles, ayudantes o sierbos que lo complacen en todo… Y la convicción de que el pueblo agradece comer promesas mientras ellos cenan langosta.

El mismo mantra

No está solo, claro. López Díaz es solo el último payaso en un circo de corruptos con estrella. Junto a él, toda una nomenclatura –desde Miguel Díaz-Canel hasta ese ejército de burócratas con ropa nueva y neveras llenas– repite el mismo mantra: «es por el bien del pueblo».

Mientras, en la calle, la gente hace colas interminables para comprar pollo importado de Estados Unidos… con dólares que no tienen. La ironía sería divertida si no fuera tragicómica: el bloqueo es el culpable de todo, pero la comida que llega es made in USA.

El ministro, por supuesto, no necesita colas. Él y los suyos tienen acceso a los mercados ideológicamente puros: those where you pay with cards that never see a peso cubano. Mientras un médico gana 5,000 0 7,000 pesos al mes (menos de 20 dólares oficiales, por el precio en la calle, que es el que funciona), una lata de aceite en una tienda en MLC cuesta 4.

López Díaz debe pensar que los cubanos somos magos: que convertimos la miseria en divisas y la esperanza en arroz.

Hay cinismo en sus palabras

Pero lo más obsceno no es la mentira, sino el cinismo con que se dice. Este hombre, que ahora defiende un sistema dual que segrega a los cubanos entre quienes tienen familia en Miami y quienes no, probablemente enseñaba a sus alumnos que la igualdad era un valor sagrado.

Ahora, desde su despacho con aire acondicionado a 16 grados (que sí paga en dólares el Estado), nos dice que es un acto de justicia vender en moneda fuerte lo que el pueblo no puede comprar. Es como decir que dar oxígeno a quienes pueden pagarlo es una medida sanitaria ejemplar.

Al final, el chiste se escribe solo: un país donde el ministro de alimentación cree que el hambre se combate con tiendas para ricos, donde los profesores se convierten en cínicos y donde la revolución ahora exporta, además de médicos, una capacidad infinita para aguantar.

López Díaz debería dar clases otra vez. Pero esta vez, de economía fantástica.

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