Enter your email address below and subscribe to our newsletter

Comparte esta noticia

Por Jorge Sotero ()

La Habana.- Todo lo que ocurre alrededor de esos ‘recorridos’ que hace Díaz-Canel por los municipios es teatro puro, pero lo de Jaruco, este jueves, fue otra cosa. Es nivel Dios, como dicen ahora.

En Jaruco, donde la corriente se va más de 16 horas, como promedio, cada día, no se fue desde la noche del martes. Los jaruqueños durmieron a pierna suelta y cocinaron.

Las tiendas en MLC las abastecieron como nunca desde la tarde del martes, pero el miércoles no vendieron. Hasta que Díaz-Canel no llegara, no se podía vender nada.

En el policlínico, donde no hay nunca ni una aspirina, había medicinas desde la tarde anterior, y la basura de las calles la habían recogido.

Sin embargo, cuando el títere gubernamental se marchó, se acabaron los productos en las tiendas, el policlínico volvió a estar como antes y les metieron un buen apagón, para que fueran aprendiendo.

Esta fue solo una parte de la historia, porque el presidente y su numerosa comitiva solo fueron a lugares puntuales, previamente escogidos: a las Escaleras de Jaruco, donde hay inversiones en centros recreativos y la Fábrica de Pienso, si acaso.

En la Fábrica de Piensos

En las Escaleras fueron a ver las enésimas inversiones de los últimos años en los restaurantes El Árabe, La Roca y El Criollo.

El gobierno de la provincia quiere vender la imagen de que recuperará un sitio donde dejó desplomarse la base de campismo y el hotel. Así, sin más.

Pero el gran ridículo del jefe de Estado lo hizo en la Fábrica de Piensos, un sitio que hace dos años no produce, en el que todos los trabajadores de la producción se han ido y solo quedan los de oficina.

La información la ofreció a El Vigía de Cuba uno de los trabajadores del lugar.

«Dos años sin trabajar la fábrica y tiene la poca vergüenza de venir ahí ese viejo paj… sus trabajadores que lo dieron todo, se han tenido que ir para otros lugares», comentó.

Según la fuente, «a los trabajadores de oficina les subieron los salarios, y a los de la producción se los rebajaron, y eso hizo que todos se fueran».

Otro obrero del lugar, recuerda que desde julio de 2023 planificaron una inversión y la hicieron: ‘toda la parte de las oficinas la hicieron nueva, pero de la fábrica, nada’.

Todo es mentira

«Todo en este país es una mentira. Acá han ido reduciendo plantillas cada mes. La fábrica no produce, nos hemos quedado sin trabajo, sin producir…», insiste.

Los trabajadores, que cobraban hasta cinco mil pesos mensuales, se han ido, y los que se han quedado, apenas llegan a dos mil.

Algunos no quieren perder el vínculo con la fábrica por si en algún momento echa a andar, que es difícil, porque ‘se llevaron todas las vitaminas, todos los fosfatos… todoooo’.

En la Fábrica de Piensos solo quedan los contenedores, y a ese lugar llevaron a Díaz-Canel, que parecía tan asombrado como el rey del cuento del paño maravilloso.

Ni el monigote del presidente, ni ninguno de sus acompañante preguntó nada, ni dijo nada que hiciera pensar en que aquel lugar volvería a funcionar otra vez.

El Hombre de la Limonada solo dijo sus palabras mágicas de siempre, rodeado de las autoridades de la provincia y los directivos de la fábrica y por dónde llegó, se marchó.

Jaruco no sabía que Díaz-Canel iría, pero la gente se olía algo. El que pensó que pasaría algo bueno, que pase la página, que estos tipos son peores que las plagas.

Al final, muchas mentiras, un engaño total, y una aparente preocupación para que alguien les crea en otro lugar. En Jaruco, no. En Jaruco ya nadie les cree.

Deja un comentario