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Lo de Cuba es político, no administrativo

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Por René Fidel González ()

Santiago de Cuba.- Rafael Hernández, aunque lo parezca, no hizo apología del reformismo político para Cuba en su conversación en “La Sobremesa”. Fue otra cosa. Pero es importante constatar la ausencia de alguna traza siquiera de radicalidad política en lo que tuvo de análisis. Las valoraciones, conclusiones y recomendaciones en sus respuestas lo reflejaron.

No es descentralización, es democratización, es por eso que la cuestión en Cuba es política, no administrativa.

Hay que tomar nota. Entender el problema cubano, y expandir, concretar y convertir esa compresión en una demanda política eficaz, pasa por un pensamiento político producido desde la radicalidad.

Es precisamente a este pensamiento al que le corresponde desmitificar las verdaderas causas de la opresión y la exclusión política y social en Cuba. Esto motiva y justifica la existencia histórica y actual de un entramado de instituciones. También permite prácticas y distintos dispositivos culturales de promoción, validación y protección de la discriminación, la persecución y el castigo por motivos políticos.

El drama de una sociedad en la que sus ciudadanos fueron privados de la igualdad política trata inobjetablemente sobre el poder. Es sobre cómo este fue enajenado, privatizado y monopolizado. Esto marca una historia del despojo y la usurpación.

Parecería que las generaciones actuales han viajado a través del tiempo en Cuba. Enfrentan una contradicción con el poder idéntica a la de sus antepasados. Es una contradicción política idéntica con sus contemporáneos. Además, una contradicción geopolítica idéntica.

Reconocemos el porqué de la apostilla al con todos martiano. Es exclusión, apología a la exclusión política.

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