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La violencia toca la casa del Partido

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Por Redacción Nacional

Las Tunas.- Un fuerte operativo policial en el barrio Marabú, en Las Tunas, se efectuó esta mañana tras el presunto robo en la casa del Primer Secretario del Partido, Osbel Lorenzo Rodríguez, de 51 años.

Según la página en Facebook Nio reportando un crimen, además del hurto, Lorenzo Rodríguez sufrió un golpe. Las autoridades “boinas negras” y más de cinco patrullas cerraron la calle completamente. El hecho resuena porque golpea la imagen de seguridad que el régimen quiere proyectar: si le pasó al Primer Secretario, ¿quién está realmente a salvo?

Este episodio no es un hecho aislado, sino parte de un patrón creciente: la violencia en Cuba parece aumentar sin que las respuestas del Estado lleguen con velocidad o contundencia. Los robos, las agresiones, los hurtos con fuerza son noticia en numerosos municipios, y muchas veces los vecinos relatan que se sienten desprotegidos, expuestos, sin canales efectivos para denunciar ni garantías reales de justicia. Cuando un dirigente sufre lo que cualquier ciudadano teme, debería emerger la conciencia de que no bastan los discursos de “orden público” sino medidas concretas.

Robaron al poder

Un robo en casa con personalidades políticas implica no solo el daño material, sino un quiebre simbólico. Esa invasión de lo privado, ese golpe físico y moral, revelan la fragilidad de cualquier alta posición frente al descontento, al delito, al malestar social. El cierre de la calle, la presencia de policías, los boinas negras, todo sugiere alarma: no solo por proteger al funcionario, sino por contener algo que podría desbordarse. Hay en esto un aviso de que los resortes institucionales están tensos.

No dudo de que este hecho será usado por la propaganda oficial para reforzar la idea de que hay fuerzas desestabilizadoras, elementos externos o contrarrevolucionarios al acecho. Pero el verdadero problema no está afuera: está en la miseria cotidiana, en la impunidad, en la inseguridad que se siente en los barrios cuando uno sale a la calle. Si las penas no se endurecen, si los procedimientos no se modernizan, si no hay una Policía interlocutora con la población y no solo aparato coercitivo, seguiremos presenciando episodios como este, con más frecuencia y sin verdadero impacto preventivo.

Mi opinión es que este episodio debería servir de punto de inflexión. Porque ya no basta con “reforzar la vigilancia”, con decir que se investigará. Se necesitan decisiones estructurales: reformas judiciales que aceleren la respuesta del sistema de justicia, capacitación policial para proteger civilmente a los ciudadanos, mejorar la iluminación, infraestructura y patrullas de proximidad en los barrios.

Que un Primer Secretario sea víctima no debería generar terror en la jerarquía, sino vergüenza institucional, urgencia real. Si no, este robo será recordado como otro titular, otro susto, otro gesto más de la erosión de la autoridad frente al vacío social.

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