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La solución al problema Cuba: como lo pienso, lo digo

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Por Jorge Menéndez ()

Cabrils.- Cada cual tiene derecho a pensar libremente, a asociarse con quien quiera, a votar por la persona que desee. Cuba es mi patria, le guste a quien le guste -incluso también a quien no.

Desde hace tiempo, y lo he dicho varias veces, estamos desapareciendo como nación. La miseria nos devora como personas, nos roba nuestras costumbres, nuestro carácter, pero sobre todo nuestra identidad y dignidad.

Cada vez que tengo la dicha de conocer a algún cubano, veo lo poco que queda de la educación que nos dieron nuestros padres. Oigo a los reguetoneros que nada tienen que ver conmigo; simplemente rechazo la chabacanería, la vulgaridad. Vas a Cuba y cada casa enrejada para que no roben se parece a las celdas del Combinado del Este. Eso no es lo nuestro.

El cubano, huyendo de la miseria regalada por unos desalmados, simplemente se va sin regreso. Otros mueren de hambre buscando entre toneladas de basura algo que llevarse a la boca. Y otros —aunque lo niegue el gobierno— mueren por falta de medicinas y atención médica, en medio de una pandemia de dengue, chikungunya y sabe Dios cuántas enfermedades más.

Estas son nuestras realidades. A ellas hemos llegado por aguantarlo todo de unos desalmados que, ni siquiera después de haber creado esta situación, cejan en su empeño de manipular, engañar y sembrar confusión entre el pueblo cubano.

El lenguaje de la fuerza y su momento

Su desidia y su odio hacia el pueblo están bien demostrados. No hace falta entrar en detalles.
El pueblo cubano no se merece esto.

Siguen desterrando por pensar diferente. Sigue la televisión manipulando términos con palabras bonitas para disfrazar la realidad.

Lo último de la paranoia es el artículo del periódico del 9 de septiembre, que con desvergüenza total pretende incriminar a EE.UU. en la aparición del dengue y el chikungunya en Matanzas, por estar allí Varadero —el principal polo turístico del país— insinuando que así se elimina una de las principales entradas de divisas.

No tienen reparos en utilizar una epidemia provocada por sus montañas de basura pestilente, por su inacción y desinterés, por la falta de fumigación, para seguir culpando a los de afuera de su nefasta gestión.

Creo que la desesperación del gobierno es tal que ya solo pueden “tirar penaltis”, y para ello tocan la fibra más sensible: la salud de la gente.

La baja catadura moral de los nefastos dirigentes pretende ahora enfrentar la salud pública con indicios inventados de la “mano negra del enemigo”, cuando son ellos quienes dirigen, y por tanto son ellos los únicos responsables.

Nunca fui partidario de intervenciones. Siempre creí en nuestra capacidad para resolver nuestros problemas. Pero cuando la supervivencia misma de la nación cubana es puesta en duda por unos despiadados opresores desalmados, creo que llegó el momento de hablar en el lenguaje que Hamás entendió perfectamente hace muy pocos días.

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