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LA «REVOLUCIÓN ENERGÉTICA», OTRAS DE LAS REVOLUCIONES FRACASADAS

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Por Eduardo Díaz Delgado ()
La Habana.- La llamada «revolución energética» en Cuba fue presentada como la solución definitiva para los problemas de generación eléctrica. Se invirtió en venderle al pueblo electrodomésticos «más eficientes» (lo que resultó ser una trastera china), pero se ignoró lo más fundamental: la modernización de las termoeléctricas.
En lugar de priorizar una infraestructura sostenible, se apostó por la generación distribuida, menos eficiente y más dependiente del combustible refinado, que es más caro. Durante un tiempo, la abundancia de petróleo venezolano, obtenido a cambio de servicios médicos, disimuló esta ineficiencia. Sin embargo, cuando ese flujo de crudo disminuyó, quedó al descubierto la fragilidad del sistema energético cubano.

Un aspecto clave de este fracaso es la incapacidad de aprovechar plenamente el petróleo crudo nacional. Los procesos de producción quedaron inconclusos, lo que impide refinar adecuadamente el crudo disponible para usarlo para la producción de energía en el SEN. A pesar de tener reservas, no se puede utilizar de manera eficiente, lo que fuerza al país a depender de costosas importaciones de combustible refinado o para refinar.

Este es otro ejemplo de la mala planificación que ha caracterizado estas «revoluciones»: la del 59 y la energética padecen del mismo mal.
Uno de los mayores errores de esta estrategia fue la negativa de Fidel Castro a invertir apenas cinco millones de dólares en la refinería que se construyó durante la «revolución energética». Esa inversión habría permitido procesar el crudo nacional y reducir la dependencia de petróleo importado, pero fue rechazada, condenando al país a una mayor vulnerabilidad.ç
Principal termoléctrica de Cuba será sometida a un mantemiento capital en  2022 - OnCubaNewsLas termoeléctricas cubanas, diseñadas para funcionar con una mezcla de crudo nacional en minoría y crudo importado en mayoría, ahora se ven obligadas a procesar una mayor proporción de petróleo nacional, para la cual no están preparadas. Este tipo de crudo acelera el desgaste de las instalaciones, provocando un colapso más rápido y visible en la capacidad de generación eléctrica.
Todo esto es el resultado de una mala planificación que no debería sorprender a nadie. Sin embargo, el gobierno actual trata de justificar el estado catastrófico de las termoeléctricas culpando factores externos, como las sanciones de Estados Unidos, en lugar de reconocer los propios errores históricos de los cuales son continuidad.
La «revolución energética», como tantas otras impulsadas por el régimen, no solo no cumplió con sus promesas, sino que agravó la crisis.

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