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*Por Carlos Carballido, especial para El Vigía de Cuba
Rowlett, TX.-En las últimas semanas, medios independientes y plataformas de monitoreo informal han comenzado a señalar una supuesta recuperación de la MLC (Moneda Libremente Convertible) en Cuba.
Esta apreciación, reflejada principalmente en el mercado negro, ha generado expectativa y confusión entre los ciudadanos. Ellos buscan entender si esta tendencia representa una mejora económica real o simplemente una distorsión del valor de la moneda. Yo apuesto por lo segundo.
A la luz de la teoría económica y el análisis de la dinámica monetaria cubana, es razonable concluir que esta supuesta “recuperación” huele más a manipulación o distorsión circunstancial. No parece una valorización auténtica basada en fundamentos económicos sólidos.
Para comenzar cualquier análisis, es crucial entender qué es realmente la MLC. No es una moneda de curso legal tradicional. Desde hace un tiempo a esta parte se ha convertido en una representación electrónica de divisas extranjeras (como el dólar o el euro). Se utiliza exclusivamente en tiendas controladas por el Estado cubano.
Su valor no se determina en un mercado oficial libre, sino en un sistema mixto, con acceso restringido y una fuerte presencia de mecanismos de control. Así, cualquier variación en su valor dentro del mercado informal responde más a fuerzas externas. Estas incluyen la escasez, las restricciones políticas o los flujos irregulares de remesas. No se debe a dinámicas económicas transparentes y sostenibles.
En este contexto, los anuncios de recuperación de la MLC no provienen del gobierno cubano. Este se caracteriza por rara vez hacer declaraciones directas sobre este tipo de fluctuaciones. En su lugar, medios independientes como elToque y plataformas informales difunden tasas de cambio que, aunque útiles como referencia, carecen de sustento institucional. No necesariamente representan una señal de salud económica. Su función, más que normativa, es descriptiva. Reflejan el pulso del mercado negro, un termómetro de la informalidad más que un indicador de valorización legítima. Ahora la pregunta sería: ¿Actúan estos medios digitales por su cuenta o se nutren de información “orientada” desde La Habana?
Desde la teoría económica, una moneda se aprecia de forma sostenible cuando hay confianza en la economía que la respalda: aumento en la producción, mejora en la balanza comercial, atracción de inversión extranjera y políticas fiscales y monetarias coherentes. En el caso del MLC, ninguna de estas condiciones se cumple. Por el contrario, el entorno económico cubano se caracteriza por una contracción productiva. Además, hay una inflación persistente en el CUP, desconfianza en el sistema financiero y una alta dependencia de remesas y turismo, ambos muy vulnerables. Por tanto, una subida del MLC que no se corresponda con una mejora en estos indicadores no puede considerarse una valorización real.
Más preocupante aún es el efecto que este tipo de “recuperación” tiene sobre la población. En un contexto de desinformación y crisis, la publicación de un supuesto fortalecimiento del MLC puede generar expectativas falsas. Esto impulsa comportamientos especulativos y traslada más presión al mercado informal. Si se percibe que la moneda “vale más,” se intensifica la demanda, lo que a su vez puede alimentar una burbuja momentánea. Esto beneficia a quienes tienen capacidad de acaparar o manipular divisas. Sin embargo, perjudica a la mayoría de los ciudadanos, que operan sin herramientas financieras ni protección institucional.
Por todo lo anterior, es legítimo cuestionar si estamos ante una recuperación real del MLC o una simple fluctuación provocada por restricciones artificiales, escasez y especulación. La falta de transparencia oficial, sumada al poder simbólico de medios no estatales, puede crear una narrativa de valorización que no se sostiene en los hechos. En este escenario, más que celebrar un repunte del MLC, corresponde preguntarse qué fuerzas lo están impulsando y a quién beneficia realmente.
Una revalorización ficticia del MLC distorsiona la economía al mantener un tipo de cambio artificial que no refleja la realidad del mercado. Esto genera precios relativos engañosos. Además, incentiva el consumo de productos importados sobre los nacionales y reprime temporalmente la inflación. Esto puede llevar a un fuerte ajuste inflacionario cuando se corrija el tipo de cambio. Además, debilita el papel del CUP como moneda. Esto fomenta la dolarización de facto y reduce la efectividad de la política monetaria nacional.
A mediano y largo plazo, estos desequilibrios profundizan la desigualdad entre quienes tienen acceso a MLC y quienes no. También alimentan la economía informal, deterioran la confianza en las instituciones financieras y desincentivan la inversión extranjera. Aunque la revalorización ficticia puede ofrecer estabilidad aparente en el corto plazo, termina agravando los problemas estructurales. Esto genera costos económicos y sociales mucho mayores en el futuro.
La llamada recuperación del MLC que nos están vendiendo medios digitales aparentemente independientes carece de fundamentos sólidos. Responde más a dinámicas distorsionadas del mercado informal que a una revalorización genuina. Es, en el mejor de los casos, un reflejo de tensiones económicas profundas. En el peor de los casos, es una ilusión manipulada por intereses que juegan con la necesidad y la esperanza de un pueblo que sobrevive entre monedas ficticias y realidades precarias. La recuperación del MLC, tal como se presenta hoy, no es un signo de mejora, sino una señal de alarma.
*Carlos Carballido es periodista exiliado en EEUU. También youtuber en su canal de análisis político Disidente Digital