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La presidencia es la base de todo

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Por Luis Alberto Ramírez ()

(Este artículo está basado en las declaraciones del secretario del Departamento de Estado Marco Rubio)

El secretario de Estado de EEUU, Marco Rubio, acusó este domingo a Nicolás Maduro de dirigir un cartel de la droga. El político afirmó en sus redes sociales que el gobernante no es el presidente legítimo de Venezuela.

«Maduro es el jefe del Cartel de Los Soles, una organización narco terrorista que se ha apoderado de un país. Y está acusado formalmente por introducir drogas en los Estados Unidos», añadió el secretario de Estado.

Entonces la pregunta es: ¿qué hace un narcotraficante, jefe de un cartel de drogas presidiendo un país tan importante como Venezuela? ¡Por menos que eso al general (Manuel Antonio) Noriega lo sacaron de Panamá a patadas por el trasero!

¿Por qué no usan la misma vara que usaron para medir a Panamá, para medir a Cuba y Venezuela? La respuesta es tan sencilla como complicada: ¡Porque entonces habría que abrir el baúl de las intervenciones americanas en Latinoamérica!

Ya no es como antes

Tendría el Departamento del Tesoro de Estados Unidos que incluir al Cártel de Los Soles en la lista de Nacionales Especialmente Designados (SDN). Además, lo catalogaría como un grupo terrorista internacional y fuente de amenazas transnacionales, según la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC).

Sin embargo, aunque la Oficina de Asuntos del hemisferio occidental del Departamento de Estado advirtió que Estados Unidos empleará «todos los recursos a disposición para evitar que Nicolás Maduro continúe lucrando con la destrucción de vidas estadounidenses y la desestabilización de nuestro hemisferio». Nada concreto se ha hecho. Maduro sigue desestabilizando el continente y envenenando a la sociedad americana.

Una de las grandes paradojas del siglo XXI es que el narcotráfico ya no necesita selvas ocultas ni laboratorios clandestinos. Hoy puede operar desde oficinas presidenciales, con protección diplomática y acuerdos petroleros, y con impunidad internacional. Lo que antes era motivo para intervenir con fuerza militar, hoy es ignorado bajo la bandera del “diálogo”, la “no injerencia” o el “respeto a la soberanía”.

La política, la conveniencia…

La verdadera razón por la cual Maduro sigue en el poder, incluso siendo considerado un capo de la droga, no es falta de pruebas. Sino falta de voluntad política internacional. Porque tocar a Maduro implicaría enfrentarse también con sus aliados: Cuba, Irán, Rusia, China, y con todos los intereses geoestratégicos que esos países representan en la región. En este escenario, la estabilidad ficticia es preferida a la justicia.

La pregunta persiste: ¿Por qué Estados Unidos no aplica la misma vara para medir a Cuba, Venezuela o Nicaragua como lo hizo con Panamá en su momento? La respuesta está en la política, en la conveniencia y en una región que ya no es prioridad para Washington como lo fue en la Guerra Fría.

Mientras tanto, el narcoestado venezolano sigue operando, no solo como una estructura de poder interno. Además, actúa como un actor transnacional que exporta drogas, pobreza y crisis. Y en medio de todo esto, la pasividad internacional es cómplice silenciosa.

Porque cuando el crimen ocupa el poder y no se le enfrenta, el verdadero derrotado es el pueblo. Esto pone al descubierto la última pregunta: ¿Si el Chapo Guzmán se fuga de la cárcel y se postula a la presidencia de México, puede llegar a presidente? Bueno, si en eso se ha convertido la política exterior de Estados Unidos, ya saben los narcotraficantes del continente lo que tienen que hacer si quieren que no los extraditen y no les pase nada: postúlense para presidentes porque, al parecer, la presidencia es la base de todo.

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