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La otra gran derrota

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Por Luis Alberto Ramirez ()

El reciente reforzamiento militar de Estados Unidos en el Caribe, con la llegada de aviones F-35 a Puerto Rico, no puede ser interpretado únicamente como un gesto de alarde o demostración de poderío. En la arena geopolítica, los movimientos de esta magnitud rara vez son gratuitos.

Si se redujeran a mera exhibición, paradójicamente, el régimen venezolano encontraría en ello un respiro, afianzándose en el poder como un clavo oxidado en una barca vieja: difícil de arrancar, pero cada vez más inútil y peligroso.

La historia de América Latina ofrece un ejemplo claro de cómo los errores estratégicos de Estados Unidos han terminado consolidando a los regímenes que buscan derrocar. La fallida invasión de Bahía de Cochinos en 1961, ejecutada por exiliados cubanos con apoyo logístico estadounidense, no solo fracasó militarmente, sino que se convirtió en el argumento más poderoso de Fidel Castro para legitimar y fortalecer su revolución.

Aquel episodio, bautizado por Castro como “la primera gran derrota del imperialismo en América”, se transformó en un eufemismo histórico que sirvió como columna vertebral del discurso ideológico del castrismo durante más de seis décadas.

Lo de Venezuela es inevitable

Hoy, el paralelismo con Venezuela resulta inevitable. Una maniobra de Washington que no trascienda más allá de la intimidación puede darle al chavismo la narrativa que tanto ansía: la de la resistencia heroica frente al enemigo externo.

En un continente marcado por sensibilidades nacionalistas y un historial de intervenciones, cualquier paso en falso puede convertirse en la chispa que reactive viejas consignas y renueve la legitimidad de un poder en crisis.

Estados Unidos enfrenta, por tanto, un delicado equilibrio. Mostrar fuerza sin caer en la provocación excesiva, enviar un mensaje de firmeza sin ofrecer al adversario un relato épico de resistencia. En el Caribe, como demuestra la historia, no basta con la superioridad militar: es la narrativa la que termina definiendo vencedores y vencidos en la memoria de los pueblos.

Si se sigue alargando la caída del régimen de Venezuela, se hará costumbre la resistencia de las dictaduras a la democracia y Maduro y su narcorégimen será un espejo para futuras dictaduras narcoterroristas de izquierda en Latinoamérica.

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