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Por Andrés Dóvale ()
La Habana.- Adys Cupull y Froilán González han publicado un libro sobre el asesinato de Julio Antonio Mella en México, en el que mienten descaradamente sobre el autor del asesinato. La verdadera historia del asesinato está perfectamente explicada en la Wikipedia.
El Partido Comunista Mexicano (PCM) era considerado por la Komintern el eje de la ideología soviética en América. La línea que dicta la Ciudad de México está destinada a influir en el subcontinente. Stalin tiene en México un comité central lleno de líderes fieles, pero, junto a ellos, emergen figuras peligrosamente atraídas por el trotskismo. Y es para controlarlas o suprimirlas que Vittorio Vidali —alias Carlos Contreras, Enea Sormenti, Comandante Carlos[9] o José Díaz— es enviado a México.
En el verano de 1927, obtenido un visado por el embajador mexicano en Moscú, Ramón Denegri, Vidali emprendió el largo viaje hacia el otro lado del Atlántico, vía París y Cuba.[9] En la isla, se quedó unos cuantos días, justo el tiempo para entrar en contacto con el aparato clandestino del Partido Comunista de Cuba, diezmado por las persecuciones del dictador Gerardo Machado. Quizá fuera casual su escala en La Habana. Sin embargo en un artículo publicado en Rebelión, Celia Hart, directora en La Habana del Museo Abel Santamaría, nos dice: «no dudaría que el Partido Comunista Cubano le haya explicado a Vidali o Contreras lo inoportuno que era este joven para los tenebrosos planes del partido.
No hay que olvidar que las relaciones entre Mella y el Partido Comunista de Cuba no eran las mejores.[4][3]
El mismo Trotski definió a Vidali como «uno de los más crueles agentes de la GPU en España».[11] Para muchos, Vidali era el típico hitman al servicio del Politburó soviético. Palmiro Togliatti —secretario del Partido Comunista Italiano durante casi cuatro décadas— expresó esta opinión: «Vidali es muy bueno para disparar, pero no demasiado para pensar»
Mella no fue nunca un abierto partidario de Trotski,[14][15] pero su deseo de derribar a Gerardo Machado en Cuba es bloqueado por Moscú[8] continuamente: cada foco rebelde en América Latina representa un peligro para la consolidación del poder en la Unión Soviética. Apoyar un intento insurreccional en la isla significa desafiar los intereses económicos estadounidenses, y Moscú no quiere que Washington considere a la Unión Soviética una amenaza a su «patio trasero», según la Doctrina Monroe.
En julio de 1928, apoyado por delegados obreros y campesinos, Mella, junto a Diego Rivera, gana la votación y los dirigentes de la Internacional Comunista son obligados a permitir el nacimiento de la Confederación Sindical Unitaria de México, que se opondría a la oficialista CROM. Esto no fue del agrado de Moscú.
En septiembre de 1928, la derecha del PCM pide la expulsión de Mella por «el crimen de trabajar contra la línea del partido». Apoyan la moción Xavier Guerrero, Rafael Carrillo y Vittorio Vidali.
Asesinato frente a testigos.
Julio Antonio Mella fue asesinado la noche del 10 de enero de 1929 en la esquina de Abraham González con Morelos, de dos tiros de revólver calibre 38[18] (que por cierto era el tipo de arma que Vittorio Vidali usualmente portaba): la primera bala atravesó el codo izquierdo y el intestino, la segunda perforó un pulmón.
El juez Alfredo Pino Cámara interroga a Tina Modotti y «la sorprende en varias contradicciones»:[19] Modotti declaró que quien disparó desde un automóvil en la oscuridad lo hizo mientras ella caminaba tomada del brazo izquierdo de Mella, algo imposible porque la primera bala lo hirió en ese brazo, y no pudo ser un acto sorpresivo porque Mella corría tratando de escapar.
Hubo tres testigos de los hechos: el panadero Luis Herberiche, quien se encontraba en la puerta de su panadería, y los jóvenes Anacleto Rodríguez y José Flores, que estaban a la puerta de su casa en Abraham González. Los tres afirman que vieron «a tres personas, dos hombres y una mujer», avanzando desde Bucareli y discutiendo acaloradamente, y que uno de los dos hombres sacó una pistola y disparó mientras el otro corría hacia delante. En el careo con Tina Modotti, Herberiche declaró
No tengo ningún motivo para engañar a la justicia. «Soy un comerciante al que no le gusta verse implicado en estos hechos. Siento mucho desmentir a la señora, pero lo que dije es la verdad y lo sostengo».[20]
Tina Modotti fue considerada como sospechosa, en el supuesto que conocía al asesino o era su cómplice. Pero esto hizo que el caso derivara hacia un motivo pasional, el clásico triángulo, lo cual de alguna manera funcionó como cortina de humo.
Asimismo, es el propio presidente de México quien el 16 de enero (sólo 6 días después) ordena mediante decreto el cierre de las pesquisas. ¿Quién mató a Mella? La versión política se impone: unos fantasmagóricos agentes enviados desde La Habana, a quienes nadie vio y ningún testigo pudo ubicar en la escena del crimen, lo hicieron. La policía se deslinda del problema remitiéndolo al extranjero. Los comunistas tienen un mártir.[13] Tina Modotti queda libre de sospechas.
En 1941, pocos meses antes de su muerte, Tina Modotti dijo lo siguiente de Vittorio Vidali a Jesús Hernández, que había sido ministro del gobierno republicano español: «No es más que un asesino, y me arrastró a un crimen monstruoso. Lo odio con toda mi alma. Pero estoy obligada a seguirlo hasta el final. Hasta la muerte»[21]
De Tina Modotti dijo Celia Hart: «no le perdono que teniendo la fina sensibilidad de una artista y habiendo sido amada por el hombre más bello, inteligente y revolucionario de su tiempo, se hubiese ligado al oscuro Vidali. Pero Mella y no Vidali es el que está fresco y más vivo que nunca. Vidali permanecerá helado y siempre con mal olor»[10]
Irónicamente la muerte de Tina Modotti se produjo en un taxi la noche del 5 de enero de 1942, por «congestión visceral generalizada», como reza el acta de defunción, y no por un «ataque del corazón» como siempre dijo Vittorio Vidali. La «congestión» sirvió a la prensa para anunciar en primera plana: «ENVENENADA TINA MODOTTI, TÍPICA ELIMINACIÓN ESTALINISTA». Nunca se supo realmente de qué murió Tina Modotti.[22]
Es muy probable que el misterio del asesinato de Mella no se esclarezca nunca. Cabe señalar que Celia Hart no descartó que el crimen fuese cometido por los estalinistas.[23][10] El asesinato de Mella ilustra la complejidad de aquellos tiempos y muestra la habilidad de Vidali para cubrir sus huellas y entorpecer las pesquisas. Oficialmente, José Agustín López (de quien se dice no tenía ninguna afiliación política) fue acusado del homicidio, pero otros dos conocidos pistoleros, Jose Magriñat y Antonio Sanabria fueron también considerados sospechosos. Magriñat fue arrestado pero más tarde puesto en libertad. Fue ultimado a balazos en Cuba por los comunistas en 1933, quizá atando un cabo suelto.
Para añadir aún más misterio, según fuentes, Magriñat y Diego Rivera, quien acababa de regresar de Cuba, habían alertado a Mella de que estaba en peligro.
Fotografía de Julio Antonio Mella tomada por Tina Modotti en su lecho de muerte.