
Newsletter Subscribe
Enter your email address below and subscribe to our newsletter
Por Datos Históricos
La Habana.- 25 de julio de 1911. El estruendo del Niágara rugía como siempre, pero esa mañana tenía un espectador distinto. Bobby Leach, camarero inglés y amante del peligro, se lanzó dentro de un barril metálico desde lo alto de las cataratas con un solo objetivo: sobrevivir… y hacer historia.
Lo logró.
Su cuerpo quedó maltrecho, con múltiples fracturas, y pasó más de seis meses hospitalizado. Pero salió vivo del abismo, y con ello, entró en la leyenda.
Durante años, Bobby recorrió ferias y circos como un símbolo viviente del arrojo humano. Su rostro aparecía en carteles, su historia cruzó océanos. Se convirtió en un ídolo entre los aventureros, y hasta intentó una nueva hazaña: nadar por los rápidos del Niágara a los 60 años, de la que apenas salió con vida gracias a un rescatista llamado William “Red” Hills.
Entonces decidió retirarse. O algo parecido.
Siguió viajando por el mundo con espectáculos temerarios. En 1926, llegó a Nueva Zelanda. Allí, en medio de una gira, ocurrió lo impensable: resbaló con una cáscara de naranja, se rompió la pierna… y esa herida, aparentemente menor, le causó una infección que derivó en gangrena.
Los médicos amputaron, pero fue demasiado tarde. Murió poco después, a los 68 años.
Las cataratas del Niágara no pudieron matarlo. Una cáscara de naranja, sí.
La historia de Bobby Leach es una de esas que parecen escritas por el azar con tinta irónica. Desafió a la muerte en el abismo… pero fue vencido por el descuido más banal.