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Por Luis Alberto Ramírez ()

Israel Rojas, vocalista del dúo Buena Fe y figura emblemática del oficialismo cultural cubano, vuelve a dar muestras de su contradicción ideológica. El mismo que en 2021 justificó la represión contra los manifestantes del 11 de julio, y que en 2023 negó con vehemencia la existencia de presos políticos en Cuba, ahora afirma que “todos los cubanos tienen casi la obligación de expresar su dolor y cómo se sienten”, en una publicación en Facebook.

Sus palabras podrían parecer un gesto de empatía en medio del desamparo general que sufre la población cubana, pero en realidad revelan una ambigüedad propia de quien ha decidido vivir entre el oportunismo político y la mala conciencia.

Rojas escribe: “Lo que estamos pasando es de una gravedad inefable”, pero omite mencionar que esa “gravedad” es precisamente el resultado de las políticas y la corrupción del Partido Comunista de Cuba (PCC), cuyos dirigentes él ha defendido una y otra vez con fervor casi religioso.

Es irónico ver a un artista que ha sido vocero del poder hablar de injusticias, rabia e impotencia, cuando su silencio cómplice ante la represión, la censura y el sufrimiento de sus compatriotas ha sido uno de los muchos ladrillos que sostienen el muro de la impunidad. Su discurso moralista, lleno de frases sobre la necesidad de expresar el dolor, suena hueco viniendo de alguien que jamás alzó su voz por los jóvenes presos del 11J, ni por los cientos de cubanos exiliados o silenciados por pensar diferente.

La incoherencia lo delata

Rojas asegura que “a veces cree que no va a llegar a mañana, enfermo de rabia e impotencia”. Pero su rabia no parece dirigirse hacia los verdaderos culpables: los dirigentes del régimen, los mismos que destruyeron la economía, corrompieron la esperanza y convirtieron a la Isla en un país de apagones, colas y fugas masivas. En su mensaje no hay autocrítica ni claridad; solo una niebla de frases que intentan maquillar su culpa.

Lo único que sorprende en su reciente desahogo es que, por primera vez, no mencionó al “bloqueo” como responsable del desastre nacional. Tal vez porque, en el fondo, sabe que la ruina que lo rodea no es producto de sanciones externas, sino de un sistema que lleva más de seis décadas destruyendo al país desde dentro.

Israel Rojas representa a esa generación de artistas oficialistas que quisieron ser críticos sin dejar de ser sumisos, que claman por justicia, pero sin señalar al verdugo. Su incoherencia no solo lo delata: lo define. Y mientras Cuba se hunde entre la pobreza y la desesperanza, su voz (que alguna vez quiso ser himno) se ha vuelto un eco vacío de un régimen que hace tiempo perdió el alma.

(Este comentario ha sido confeccionado a partir de las publicaciones de Israel Rojas en la Internet.

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