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Por Jorge Sotero ()
La Habana.- No hace dos meses El Vigía de Cuba se hizo eco de quejas del periodista Mario Muñoz por un salidero de aguas albañales cuasi eterno por la calle E, en El Vedado, frente a donde radica la agencia Prensa Latina.
En aquella ocasión también hicimos referencia al microvertedero en la misma esquina de 19 y E, al costado de la referida agencia, y al otro lado de la calle donde queda la casa de Dulce María Loynaz.
Unos días después, el referido periodista comentó que alguien había ido y reparado el salidero de aguas albañales y agradecía por aquello.
Sin embargo, hace 10 minutos pasé por allí y la calle está peor con las aguas albañales, y los tachos de basura de la esquina tirados por el piso.
El agua, con un olor nauseabundo, casi insoportable, emerge del interior de la calle y corre abundante y rauda por E hacia abajo. Mientras, escombros, restos de árboles cortados y basura pululan en la misma esquina.
Todo es cíclico en la Calle E, en la esquina de 19, en El Vedado, La Habana y en toda Cuba. Todo está depauperado y cuando reparan algo, la labor dura tan poco que en unos días vuelve a lo mismo.
No hay una labor de saneamiento con calidad. Los obreros trabajan como los presos y no hay supervisores encargados de velar porque se hagan las cosas bien.
Y así pasa en todos los lugares, en todas las instituciones.
En Cuba no hay plomeros. Tampoco electricistas. Ni carpinteros. Ni nadie que quiera pintar o hacer un buen trabajo de albañilería. No lo hay para trabajos particulares, así que menos para trabajar para un gobierno que no paga, ni motiva.
Así está el frente de Prensa Latina. Así está la Calle E y también, así, La Habana y Cuba. Todo se escurre como el agua albañal, entre un hedor desenfrenado e incontrolable en una ciudad moribunda, por más que los discursos pretendan maquillarla.