
Newsletter Subscribe
Enter your email address below and subscribe to our newsletter
Por Mauro Ensenat ()
Río de Janeiro.- En un movimiento que parece sacado de una novela de ciencia ficción, Brasil está librando una guerra biológica contra el dengue, y sus soldados son millones de mosquitos salidos de la que ya es la fábrica de insectos más grande del planeta. Lejos de las fumigaciones tradicionales, la estrategia es ingeniosa: usar al propio enemigo en su contra.
La pieza clave de esta ofensiva es una bacteria llamada Wolbachia. Cuando el Aedes aegypti la porta, se convierte en un callejón sin salida para virus como el dengue, el zika y el chikungunya. La bacteria bloquea el desarrollo de estos patógenos dentro del mosquito, impidiendo su transmisión a los humanos.
El truco maestro es que los mosquitos con Wolbachia transmiten esta bacteria a sus crías, lo que permite que este «escudo» biológico se herede y se expanda progresivamente en la población silvestre.
En la ciudad de Campinas, São Paulo, la empresa británica Oxitec ha inaugurado un complejo que es pura vanguardia. Esta instalación, de 1.300 m², no es un laboratorio cualquiera; es una línea de producción masiva con una capacidad abrumadora: 190 millones de huevos de mosquito por semana.
Para visualizarlo, piensa en cajas de cartón que, con solo añadir agua, liberan estos insectos «buenos» que pueden cubrir áreas de hasta 5.000 metros cuadrados por paquete. La logística es tan eficiente que tiene el potencial de proteger a hasta 100 millones de personas al año, un dato que por sí solo justifica toda la operación.
Este despliegue tecnológico no es una simple prueba. Es la respuesta directa de Brasil a la peor crisis de dengue de su historia.
Tras un brote devastador en 2024 que superó los 6,5 millones de casos probables y miles de muertes, el gobierno brasileño adoptó el método Wolbachia como parte fundamental de su protocolo nacional de combate a la enfermedad. La urgencia es tal que la propia Oxitec ha manifestado que su nueva fábrica está lista para suministrar mosquitos al Ministerio de Salud, justo a tiempo para la próxima temporada de alta transmisión.
Más allá de una simple campaña de salud, lo que está ocurriendo en Brasil es un parteaguas. El país no solo está enfrentando una enfermedad; se está consolidando como un líder global en biotecnología aplicada a la salud pública.
Con esta fábrica, que es la única en el mundo capaz de producir a gran escala dos tecnologías complementarias -los mosquitos con Wolbachia y la línea «Aedes do Bem™»-, Brasil demuestra que la innovación más audaz puede ser la solución a los problemas más arraigados. Es una lección para el mundo: a veces, la respuesta no está en combatir al insecto, sino en convertirlo en un aliado.