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LA FERTILIDAD DE LA MISERIA

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Por Yeison Derulo

La Habana.- Una isla apagada, entre vacas famélicas y tractores oxidados, resucita una vieja promesa con nombre rimbombante: Laboratorio de Reproducción Asistida Oasis. Más que un oasis, parece un espejismo.

Medio millón de euros invertidos —vaya usted a saber de dónde salieron— en una instalación de lujo para fecundar vacas mientras el cubano promedio no puede fecundar ni una idea con el estómago vacío.

El show fue en Jimaguayú, Camagüey, donde el Comandante Guillermo García Frías, a sus mil años y pico, cortó la cinta como quien revive el espíritu de Ubre Blanca en medio del desierto económico.

Nadie se atrevió a decirlo, pero la comparación flotaba en el aire: un país que apenas puede garantizar leche para los niños, ahora apuesta a multiplicar crías de Cebú Blanco, Santa Gertrudis y otros especímenes con pedigrí. ¿Y el pedigrí del pueblo?

Wilmer Pupo Palacio, director general de la empresa Rescate de Sanguily, habló como si estuviéramos en Suiza. Tecnología de primer mundo, dijo. Capacidad para producir 400 embriones al mes, dijo. Pero nadie preguntó cuántos litros de leche han desaparecido de los estantes mientras esos embriones descansan en nitrógeno líquido.

La técnica es moderna: se le extraen entre 15 y 20 óvulos a vacas de élite, se fecundan y se multiplican crías como si estuviéramos jugando a ser Dios. Entre 60 y 70 descendientes por madre, dicen. Todo esto suena espléndido, hasta que recuerdas que un litro de leche en el mercado negro cuesta más que un día de salario mínimo.

En los 70, Fidel prometió una revolución ganadera. Ubre Blanca se convirtió en el símbolo de aquella epopeya láctea que jamás cuajó. Hoy, décadas después, pretenden resucitar la utopía en tubos de ensayo. Otra vez Camagüey. Otra vez discursos. Otra vez promesas en un país donde prometer se ha vuelto deporte nacional y cumplir es ciencia ficción.

El laboratorio cuenta con 150 donantes y aspira llegar a 300. La eficiencia técnica de los implantes se estima entre 38 y 40%. Mientras tanto, la eficiencia técnica del Estado para proveer carne, leche y huevos al pueblo ronda el cero absoluto.

“Esto demuestra lo que puede hacer la economía estatal cuando se enfoca en el futuro del pueblo”, dijo García Frías. Nadie se rió. Ni siquiera los reporteros de Adelante, que probablemente tuvieron que hacer cola para conectarse y mandar la nota.

LAS PROMESAS DE MENTIRAS

Habrá una escuela de inseminadores, un centro de acopio, y quizás una nueva maqueta para enseñar a los niños cómo se insemina una vaca con esperma importado. Pero lo que no habrá —y esto lo sabemos todos— es leche constante en la bodega, carne en el plato o un mínimo de esperanza bovina para quienes rumian su miseria en silencio.

El laboratorio abrirá oficialmente en mayo. Pero Cuba, la verdadera, sigue cerrada. Cerrada a la transparencia, al progreso real, al bienestar cotidiano. Este proyecto, como tantos otros, es una metáfora perfecta de lo que somos: una nación donde las vacas de élite tienen más futuro que sus ciudadanos.

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