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La eterna maldad oculta en los seres humanos, y el papel de los EEUU

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Por Joel Fonte ()

La Habana.– El padre del psicoanálisis, el austriaco Sigmund Freud, gestó la tesis según la cual el ser humano no hace sino regresar a su naturaleza salvaje dadas ciertas circunstancias, porque predominan en él los instintos sobre la razón.

La Segunda Guerra Mundial, que acabó con su vida de algún modo —porque, más allá de su grave enfermedad, fue la histeria antisemita de Hitler la que lo mató—, confirmó su tesis con un enfrentamiento fratricida que, según muchas fuentes, tuvo un costo de unos 50 millones de seres humanos muertos.

Ese holocausto, que convirtió a personas comunes en carniceros, en asesinos; que encerró en guetos a millones de mujeres, ancianos y niños; y que transformó sus órganos en jabones, utensilios o bolsos, despertó lo más depravado y salvaje en nuestra especie. Ahora, ese horror se acerca otra vez peligrosamente por la ambición de poder y conquista de un genocida ruso, ante el que se arrastra la dictadura cubana, y amenaza con repetir el exterminio, con la certeza de un final apocalíptico.

Pero no fueron solo los nazis, los fascistas italianos o la persecución estalinista, con sus también millones de prisioneros muertos en los gulags: la humanidad ha transitado un largo camino de matanzas, de desviación de nuestra especie hacia la oscuridad.

Cuba sabe de todo eso

Los cubanos sabemos bien de eso: nuestra historia de las últimas casi seis décadas y media resume dolor, drama humano, éxodo, fractura social y familiar, muerte…

Entonces, en el contexto de esa historia contemporánea, destaca el papel de la nación de George Washington, de Jefferson, de Abraham Lincoln, de Luther King, en la salvaguarda de valores universales.

Esa gran nación —en la que vivió Martí y que ha cobijado a innumerables cubanos ilustres, que es hogar del exilio cubano— ha cometido errores y ha cobrado vidas por decisiones criminales que sus líderes pretendieron justificar. Quizás las más graves fueron las dos bombas atómicas arrojadas sobre Japón y la guerra de Vietnam. Pero también ha asumido un liderazgo para salvaguardar la paz global y garantizar los derechos y la libertad de sus ciudadanos y los de muchos otros países.

Estados Unidos, que no es el país enemigo que nos han inventado los hermanos Castro para explotar nuestra ingenuidad y adormecer nuestro intelecto, le debemos, entre otros muchos valores, su contribución a nuestros anhelos de libertad.

No más dictadura en Cuba.

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