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La dictadura está aterrada por las señales que recibe y el 11J

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La Habana.— El 11 de julio de 2021 hubo un estallido social en Cuba. Durante dos días, la isla estuvo escorada hacia estribor y faltó poco para que la cúpula saliera huyendo. Al final, la estrategia de ordenar una represión a gran escala funcionó. El tambaleante gobierno recuperó el control.

Luego vinieron los encarcelamientos, los juicios ejemplarizantes, las causas inventadas, las largas condenas. Y también la presión para que todo el que participó abandonara el país, so pena de ir a las mazmorras castristas.

Se prestaron Nicaragua y Venezuela para facilitar el escape de la olla de presión en que se había convertido la isla de pronto. Por la llamada Ruta de los Volcanes, cientos de miles de cubanos tomaron camino a Estados Unidos.

Desde entonces, el gobierno no ha vuelto a tener paz. La cúpula ha negociado armas para reprimir, cámaras para vigilar y equipos antimotines por media Europa, no siempre con la suerte que le hubiera gustado tener.

También, desde entonces, la situación del país empeoró. La Cuba de 2021 dista mucho de la de 2025. Ahora hay más hambre, más apagones, menos transporte, muchos menos medicamentos, y toda la infraestructura está más desvencijada.

Represión, tortura, muerte…

Y también más represión y menos liderazgo. De una forma u otra, los líderes de cualquier proyecto están presos, y los que quedan en la calle llevan en sus espaldas el peso de miles de advertencias. Y encima de todo, el castrismo se ha quitado la careta y miente a rajatabla. Miente y mata.

Hace unas horas, el régimen que alardeó por años de nunca haber torturado a nadie, mató en Matanzas a un joven al que interrogaba. Se les fue la mano a los esbirros del castrismo y golpearon tanto al muchacho que no tuvieron más opción que lanzarlo a la bahía para que desapareciera o apareciera mucho después, comido por los peces.

Les falló el plan. Lo encontraron al momento, magullado, lleno de golpes por todas partes. Y no tuvieron más remedio que condicionar velorio y sepelio. Poner condiciones, intentar tapar el sol con un dedo. Pero quedaron las fotos, las pruebas. Y el deseo de la familia de esclarecerlo todo.

Sabrá Dios cuáles serán los pasos futuros. Si se roban el cadáver, lo incineran, si desaparecen las pruebas. Son capaces de todo con tal de vender esa imagen de sistema impoluto con la que han intentado engañar al mundo durante casi siete décadas.

Más allá de eso, la situación es muchas veces peor que en julio de 2021. Los apagones son inmensamente más largos. Incluso en La Habana. Hay más hambre, más miseria. Menos transporte. Y también menos esperanzas.

Militares y policías piden la baja

Para colmo, una buena parte del ejército reclama su baja, y un porcentaje más alto en la policía. Ya no los pueden comprar con dos botellas de ron, un pomo de aceite y una caja de pollo. Unos miles de pesos más de salario no cambian las cosas.

Y encima, se acerca el 11 de julio, una fecha que les ha dado mucho miedo desde el mismo día de 2021, cuando se produjo la estampida general, comenzando por San Antonio de los Baños.

La dictadura está nerviosa. Se siente acorralada. Por eso sus ataques en todas direcciones, como el gran felino rodeado de hienas hambrientas, dispuestas a sacrificar lo que sea por terminar con su dominio.

Trump arrecia el cerco

Y para colmo, Donald Trump acaba de firmar un memorando en el que arrecian las presiones sobre GAESA y todas esas instituciones que solo saben apoderarse del dinero del cubano. Que lucran con las necesidades de la población. Con las remesas de la diáspora.

Para algunos, el paquete de medidas es aún insuficiente. Pero es un pronunciamiento, tal vez el primero del presidente del vecino país para intentar golpear a la cúpula castrista.

La gente sabe que va a sentir las medidas. Pero es consciente de que la dictadura las sentirá más.

Por si acaso, advierto: vendrán días de lágrimas constantes del improvisado presidente y sus voceros de turno. Jornadas de acusaciones, de incansables letanías con lo del bloqueo y conspiraciones desde el exterior para derrocarlos.

Así pasa siempre. Solo que esta vez, como cada año, el fin vuelve a estar más cerca. Cada vez se acerca más la libertad de Cuba. No perdamos la fe.

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