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La corrupción de bajo de perfil

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Por José Luis Hernández Castellanos

La Habana.- Cada vez más me convenzo, absolutamente, que en Cuba existen muchas personas que todos los días se burlan de este pueblo tan trabajador. Hemos llegado a un punto, por culpa de un sistema político y económico semifeudal, militarista y caudillista. Es fácil, para esa gente con poder, burlarse cada día de un país completo.

Humberto López es uno de ellos; y no porque tenga poder, sino que él se deja utilizar por conveniencia social. A este tipo de personas nuestro José Martí, el gran intelectual e independentista cubano, los tildaba de «pájaro de mal agüero».

Un hombre graduado de abogacía y periodista debería tener máximas herramientas jurídicas. Así, podría hacer declinar cuanta vileza se comete a diario en Cuba. Sin embargo, acogido por esas dádivas que da el poder para separarlo de su hambre, este señor abogado ha caído en miserables garras del caudillismo. Esto va por encima de lo que debería ser su pericia como un abogado revolucionario.

Claro, es el hambre quien define, una vez más, hacia qué lado se coloca su deber. Este señor, repito, por evitar que el hambre subyugue su alma, ha puesto su vileza a rodar por encima del espíritu de un pueblo. Además, por evitar que el hambre haga cenizas su nido social.

El último programa «Hacemos Cuba» fue un gran desastre, una vileza, una indignidad, una infamia, una ignominia, una falsedad y una deshonra. Pero fue una deshonra también para aquellos que, en el mismo siglo XIX, y desde el campo de batalla y la intelectualidad, tuvieron que luchar contra los que intentaron deshonrar a nuestra bandera.

El tema central era «La Corrupción». Los invitados eran un coronel, un fiscal y un vicecontralor. Pero, ¿de qué se habló allí? ¿De quiénes se habló allí? ¿Acaso se habló de Alejandro Gil Fernández, exministro de economía y hoy juzgado por corrupción? ¿Se habló de Orlando Domínguez, alias Landy? ¿Se habló de Roberto Robaina? ¿Acaso se habló del miembro del Partido Comunista de Cuba de la provincia La Habana que recientemente fue sancionado por ser jefe de un grupo de tráfico de drogas, quienes la trasladaban desde el oriente del país hasta la capital?

¿Se habló de Manuel Menéndez Castellanos, exsecretario del Partido en Cienfuegos y emigrado a los Estados Unidos? ¿Acaso se habló de Misael Enamorado, exsecretario del Partido Comunista de Cuba en Santiago de Cuba, también emigrado a los Estados Unidos? ¿Se habló de los varios empresarios y viceministros que se han llevado al extranjero dinero trabajado por el pueblo? ¿Se habló de los hijos de decenas de ministros y viceministros que han logrado huir de este país? Estos se colocan en universidades o empresas en España, en Estados Unidos, en Italia, en Francia, huyéndole a la miseria cubana.

¿Se habló acaso del proceso investigativo que se llevó a cabo al general de división Acevedo, siendo presidente de la aeronáutica civil de Cuba? Fue por desviar casi 14 millones dólares, nunca fue juzgado, y hoy está en Venezuela.

No. De nada de eso se habló en ese programa, para mí tan vil y vomitable. Entonces, ¿de qué se habló en ese programa? ¿A quién se le rindió culto? Humberto López, como un testaferro inservible, guio el programa por la vía de la corrupción de «bajo perfil». Aunque no menos tonable: empresas, panaderías, particulares, etc.

La Fiscalía es un cero a la izquierda

Y, como es lógico, hacia ellos arremetió sin dolor. Sin pensar que en Cuba, por el tipo de sistema centralista, caudillista, anticonstitucional y militarista, mucha gente con poder medio no hace más que hacer, o imitar, lo que por dádivas ven hacer a niveles mucho más altos. Sólo pongo un ejemplo, ¿cuántas becas en el extranjero no existen pagadas por varios gobiernos en Europa? Estas promociones no la transmiten por ningún canal televisivo estatal, entonces ¿quiénes llegan a esas becas? ¿Cómo llegar allí?

Eso explica que los únicos becados en el extranjero son los «hijos de papá». Se enteran fácilmente desde el internet del ordenador de sus propias oficinas y les pagan sus viajes y estadía. Entonces, si sacamos cuenta cuantitativa y moralmente, quién le hace más daño al país ¿un bodeguero, o un ministro que extrae de los fondos públicos millones de dólares trabajados por el pueblo para llevárselos fuera del país?

Para que el pueblo tenga sólidas respuestas del resultado de su labor diaria, tiene que haber separación de poderes. Para que esté al tanto del no desvío de grandes recursos, o de aquellos que incurren en tal delito nacional y se les ponga ante la justicia. Porque la Fiscalía debe tener poder jurídico y constitucional de juzgar a todo aquel que incurra en esos grandes delitos. Esto tiene que empezar por el presidente del país, que, a todas y por ley, es un servidor público, y no un ente arrogante con supremos poderes intocables.

¿Por qué no se dedica un programa a la autoridad de la Fiscalía cubana? ¿Por qué no se ventilan públicamente las causas pendientes de funcionarios del Estado, del Gobierno y del Partido que han cometido graves delitos? Porque, incluso, habiéndolo cometido, muchos de ellos no son juzgados.

Y mientras la Fiscalía en Cuba forme parte del concilio caudillista, peor va seguir siendo su gestión fiscal. Mientras forme parte de su Comité Central, a la Fiscalía cubana le cerrarán la boca si intenta ir por encima del Partido.

Pero todos, o casi todos ellos, están comprometidos más con el poder que por la constitución. Están siendo «atendidos» con las dádivas del poder central para comprometer su hambre.

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