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Por Mónica Baró Sánchez ()
Miami.- Hoy circula una vez más la foto más icónica del 11 de julio: la foto de Elías Rizo sosteniendo una bandera cubana manchada de sangre. Con su sangre.
Elías se cortó la mano luego de golpear el cristal de una patrulla y se secó con la bandera cubana. Su bandera, una bandera que continúa oculta en Cuba, y que un día seguramente estará en algún museo.
Elías Rizo tenía entonces 16 años. Los había cumplido el 7 de junio, el mismo día que yo. Ese día se le escapó a su mamá. Salió a la calle justo después de ver a Miguel Díaz-Canel dar su “orden de combate” contra el pueblo y desencadenar una de las oleadas represivas más terribles que Cuba haya visto desde 1959.
Miles fueron detenidos ese día y en los que siguieron. Elías no. Elías logró escapar. Huyó de las balas de la policía contra los manifestantes de Diez de Octubre. Huyó de los golpes. Y se puso a salvo. Nadie supo que él era el muchacho de la foto hasta el 1 de mayo de 2022, cuando llegó a Madrid con su familia, y yo lo entrevisté a él y a su mamá para CiberCuba.
Durante varios meses, estuvimos pendientes de ellos varias personas, activistas y periodistas, hasta que finalmente estuvo a salvo. Su mamá me había escrito desde el 17 de julio de 2021 para contarme.
Éramos amigas en Facebook, ella me leía, pero no nos conocíamos en persona. Yo estaba ya en Madrid entonces. Siempre me dijo que no iba a entregar a su hijo. Lo escondió y protegió como una leona durante más de un mes. Varios abogados le aconsejaron que fuera a las citaciones, que era peor esconderse, y ella escuchaba paciente para repetir lo mismo al final: yo no les voy a entregar a mi hijo.
Hay cosas que solo un corazón de madre sabe. Anita logró sacarlo del país con destino a Rusia, junto a su esposo y su niña menor, y de ahí hicieron una travesía hasta Madrid. Su exilio ha sido duro no, durísimo, para toda su familia, también para la que quedó en Cuba.
Les ha tocado vivir dos pérdidas terribles de familiares en la distancia, pero agradece la libertad de su hijo, que probablemente hoy sería uno de los miles de presos políticos que se mantienen tras las rejas en Cuba.