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La ayuda de Vietnam es una pantalla para «calmar» la desgracia

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Por Redacción Nacional

La Habana.- La campaña de apoyo a Cuba lanzada en Vietnam ha recaudado más de 11 millones de dólares en apenas unos días. Esto supera ampliamente la meta inicial de 65 mil millones de dongs (alrededor de 2,47 millones de dólares).

Esta iniciativa, impulsada por la Cruz Roja vietnamita, se enmarca en el 99 cumpleaños de Fidel Castro. También coincide con el 65 aniversario del establecimiento de relaciones diplomáticas entre ambos países. Sin embargo, detrás de esta movilización solidaria internacional subyace la grave crisis económica, social y política que enfrenta la isla bajo el régimen cubano.

La necesidad de este tipo de campañas evidencia el deterioro estructural de la economía cubana. Esto está marcado por décadas de centralización estatal y políticas ineficaces. Mientras la propaganda oficial atribuye las dificultades al embargo estadounidense, diversos organismos internacionales han señalado que la falta de reformas profundas ha agravado la crisis. La represión de la iniciativa privada y el control absoluto del aparato productivo por el Partido Comunista son también causas. En este contexto, la dependencia de ayudas externas se ha convertido en un patrón recurrente para la supervivencia del sistema.

La situación actual en Cuba está marcada por apagones prolongados, escasez de alimentos y el colapso del sistema sanitario. Además, hay un nivel de migración masiva sin precedentes en los últimos años. Estas condiciones han derivado en un creciente malestar social, reflejado en protestas como las del 11 de julio de 2021. Miles de cubanos salieron a las calles reclamando libertad y mejores condiciones de vida. La respuesta del gobierno fue la represión sistemática: cientos de detenidos, largas condenas a manifestantes y un reforzamiento del control policial en todo el país.

Entre más ayuda, más represión

El contraste entre la solidaridad internacional hacia Cuba y la represión interna resulta evidente. Mientras naciones amigas promueven campañas para enviar recursos, dentro de la isla se restringen libertades fundamentales. Se criminaliza la disidencia. Organizaciones como Amnistía Internacional y Human Rights Watch han documentado múltiples violaciones de derechos humanos. Estos incluyen arrestos arbitrarios, juicios sumarios y condiciones inhumanas en las cárceles. Estos hechos colocan a la dictadura cubana en el centro de las críticas globales.

El propio discurso oficial en Vietnam resalta la “amistad eterna” entre ambas naciones, pero invisibiliza la realidad cubana. Es un pueblo que vive bajo un sistema político sin pluralidad ni participación democrática. Mientras se celebran los lazos históricos, la población cubana enfrenta restricciones severas en el acceso a bienes básicos. También hay limitaciones en el uso de internet, la prensa independiente y la libre expresión. Aunque significativa en cifras, la solidaridad externa no soluciona la raíz del problema: un modelo político que impide el desarrollo sostenible de la isla.

En conclusión, la campaña en Vietnam refleja la hermandad histórica entre dos países con sistemas políticos similares. También deja en evidencia la fragilidad de la economía cubana y la dependencia estructural de apoyos internacionales. Más allá de los millones recaudados, lo que permanece es una sociedad que sobrevive entre la escasez, la represión y la falta de libertades. La ayuda puede aliviar necesidades inmediatas, pero no resuelve las causas de fondo de una crisis generada por más de seis décadas de dictadura.

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