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Enrique Pérez: entre la épica oficialista y la realidad

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Por Yosmany Mayeta Labrada

El texto publicado sobre el regreso a casa de Enrique Pérez Fumero después de 32 días hospitalizado pretende construir un relato heroico, casi épico, sobre su recuperación. Se habla de la “luz del sol en su rostro”, de la “valentía infinita de la madre” y de la “resiliencia” que lo rodea.

Luego remata con frases de impacto moral como “¡Maldito el hombre que flagela la vida de otro!” y la invocación a la justicia divina.

Sin embargo, lo que este relato no dice —y es lo que desmonta su supuesta “independencia”— es que apenas unos días antes, el mismo periodista que hoy se erige en narrador de fe y esperanza publicó una foto sosteniendo la mano de Fumero en el hospital. Violó la privacidad que hoy pide que tengamos. Una puesta en escena que funcionó más como propaganda de humanismo fabricado que como testimonio real de denuncia o compromiso con la verdad.

El doble discurso

De la complicidad al dramatismo: El autor del texto se presenta como colega, amigo y acompañante incondicional. No obstante, su trayectoria está marcada por años de alineación con el aparato oficial. La misma pluma que hoy llora y condena la violencia contra Fumero, calla y justifica la violencia estructural del régimen contra decenas de periodistas, opositores y ciudadanos anónimos.

La “resiliencia” como cortina de humo. En lugar de cuestionar las causas sociales, políticas y delictivas que explican la brutalidad de lo ocurrido, se limita a tejer un discurso de épica personal y religiosa. Esto se convierte en un ejercicio de emoción controlada, útil para conmover, pero no para señalar responsabilidades más profundas.

Justicia selectiva: Habla de justicia “divina” y “constitucional”. Sin embargo, evita mencionar que en Cuba la justicia real es instrumento del Partido Comunista, que silencia y manipula según convenga. Se condena “la barbarie” contra un colega, mientras se ignora la barbarie cotidiana contra ciudadanos que nunca tendrán la misma cobertura. Tampoco obtendrán la misma solidaridad pública.

    Más allá de la épica

    Lo que se presenta como un texto de fe y humanidad es, en realidad, otra muestra del doble rasero oficialista. Se eleva al mártir útil mientras se guarda silencio ante las miles de víctimas sin nombre. Estas son dejadas en un país quebrado por la violencia, la impunidad y la falta de derechos.

    Ese mismo periodista que hoy posa con Fumero para mostrar compasión, nunca publicó una sola foto sosteniendo la mano de un opositor preso. Tampoco de un joven asesinado en Santiago de Cuba, o de un cubano anónimo aplastado por la miseria.

    Agradecimiento y realidad

    Desde acá, todo el agradecimiento a los miles de seguidores que apoyaron la denuncia de este lamentable hecho. Aunque el agresor o agresores sigan en las calles de la ciudad como si nada.

    Gracias a la familia de Fumero, que en su momento tuvo el valor de denunciar públicamente. De no haberlo hecho, difícilmente habría recibido una atención médica adecuada ni contara hoy con una enfermera de cabecera. Este es un privilegio que muchos lesionados jamás alcanzan porque sus casos no son mediáticos en redes sociales.

    Y gracias también por mostrar, con su silencio posterior, cómo los escuetos partes médicos se manejan más al servicio de la conveniencia política. No aportan transparencia informativa.

    Por encima de todo, gracias a Dios, porque fue Él quien permitió que Enrique sobreviviera. Hoy puede sentarse por sí mismo en su cama, y sus pasos hacia la rehabilitación son una lección de fe y esperanza.

    Dios nos recuerda que la vida siempre triunfa sobre la barbarie. Ninguna manipulación puede silenciar la verdad cuando es Él quien guía el camino.

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