
Newsletter Subscribe
Enter your email address below and subscribe to our newsletter
Por Oscar Visiedo (CubaxCuba)
Tras la publicación del capítulo anterior: «Reinvención del negocio del conflicto cubano», las reacciones no se hicieron esperar. En el entorno digital y analógico, el texto generó adhesiones entusiastas, críticas duras y, sobre todo, muchas preguntas. Desde los pragmáticos de la diáspora hasta ciudadanos en la Isla, pasando por intelectuales, activistas y funcionarios, el debate se amplificó en redes sociales y espacios privados. De una investigación cuidadosa emergió un patrón común: detrás de las diferencias ideológicas, subyace una realidad compartida e ineludible: la emergencia nacional.
Esta reflexión intenta humildemente ser fiel al propósito de la serie KM Cero del Capitolio: activar un diálogo estratégico que sirva como punto de partida para una reconstrucción ética y realista del país, desde su centro histórico, simbólico y ciudadano. Todo comienza cuando muchas manos tejen una red de ideas diversas.
Un lector crítico del artículo anterior resaltó un punto clave: la necesidad de flexibilidad estratégica y de una ciudadanía transnacional articulada que no olvide a quienes están dentro del territorio. Su aporte subraya que la participación política no puede limitarse a fronteras físicas ni formatos clásicos.
En Facebook, las opiniones se dividieron. Algunos reafirmaron el discurso binario: «el conflicto es entre el régimen y el pueblo, punto». Otros señalaron la existencia de intereses cruzados entre gobiernos y élites que han hecho del conflicto un negocio transnacional. Una frase destaca entre los comentarios: «La verdadera urgencia es la sobrevivencia de algo más de ocho millones de personas condenadas a lo peor económica y socialmente». Este llamado nos obliga a repensar nuestras prioridades.
Los hechos resultan insoslayables:
Migración masiva: más de un millón de cubanos abandonó el país entre 2022 y 2023.
Colapso del sistema de salud: la pandemia visibilizó un deterioro profundo y previo.
Crisis económica: inflación desbordada, pérdida del poder adquisitivo, desabastecimiento.
Envejecimiento demográfico: en 2024, más del 25% de la población supera los 60 años.
A estos datos se suman testimonios que estremecen por su crudeza: madres sin alimentos para sus hijos, ciudadanos rogando por medicinas básicas, abuelos sin esperanzas. ¿Puede la nación seguir discutiendo etiquetas políticas mientras su gente se desangra?
Reconocer esta emergencia no implica negar los conflictos históricos ni los abusos del poder. Significa comprender que el discurso del conflicto rentable ha dejado de ser funcional, incluso para sus antiguos beneficiarios. La ciudadanía exige soluciones, no consignas.
La idea central de este capítulo es la compasión eficiente, entendida como:
Empatía estratégica: sentir no basta, hay que actuar con foco, datos y resultados.
Programas humanitarios no ideologizados: enfocados en alimentación, salud, vivienda.
Colaboración internacional respetuosa: sin imposiciones, con dignidad.
Iniciativas comunitarias empoderadoras: protagonismo local, visión de libertad.
Este enfoque es pragmático y ético a la vez. Se trata de priorizar el bienestar inmediato sin perder de vista el objetivo mayor: la libertad individual y colectiva. Un ejemplo paradigmático es el del activista José Daniel Ferrer, líder de UNPACU. Tras su excarcelación, en enero de 2025, reactivó una red de solidaridad ciudadana en el barrio Altamira de Santiago de Cuba. Desde su casa —convertida en centro de ayuda— distribuyen alimentos, atienden médicamente a cientos de personas, y canalizan apoyo desde una red transnacional de solidaridad.
Esta acción ha sido criminalizada por la policía política: cercos, amenazas y detenciones intentan sofocar una respuesta que nace del pueblo y para el pueblo. Mientras tanto, el relato oficialista invisibiliza tanto la crisis como las respuestas autónomas. El contraste con narrativas como la de OnCubaNews es evidente: allí se opta por una falsa empatía terapéutica, que desplaza la responsabilidad hacia factores externos y deja intacta la estructura de privilegios y represión. Es la lógica de la propaganda gris: humanismo sin humanidad, crítica sin consecuencias.
La ciudadanía activa —esa que abre sus puertas, comparte lo poco que tiene y señala al Palacio de la Revolución como el primer responsable de sus pesares— es la base de la compasión eficiente. No desde el poder que calla, sino desde la acción que cuida puede comenzar la reconstrucción. Seguiremos escuchando, proponiendo y convocando. Porque si bien la emergencia nacional es real, también lo es la capacidad ciudadana de reinventar Cuba desde una ética de cuidado, datos y decisión compartida. En el KM Cero de CubaXCuba se proyecta el futuro tejiendo ideas variadas. Aun mientras gestábamos este artículo, nuevas preguntas surgieron:
¿Es el conflicto Cubano una «narrativa»?
¿Existe más allá de nuestras conciencias como una «cosa intersubjetiva»?
¿Y qué significa realmente pensar desde «allá» o desde «aquí»?
Estas ideas y más conformarán el diamante reflexivo de los Pasos Perdidos en el próximo artículo, a publicarse el 26 de abril. Te invitamos a formar parte de la Mesa Diálogo de KM Cero de lectores, para garantizar la diversidad de ángulos (WhatsApp y Facebook).
Oscar Visiedo es informático cubano. Exdirector del Centro para el Intercambio Automatizado de Información (CENIAI).