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Aprendió a tocar porque nadie le dijo que estaba “mal”. Y a los 88 años, ganó un Grammy por una canción que había escrito a los 11.
Elizabeth Cotten nació en 1895, en Carolina del Norte, en un mundo donde las niñas negras no tenían permiso para soñar.
Mientras su familia trabajaba de sol a sol, ella se colaba en el silencio del hogar para robar unos minutos con el banjo de su hermano.
Era zurda. Y como nadie le explicó que eso era un problema, simplemente volteó el instrumento y lo tocó al revés.
Así inventó su propio estilo: el cotten picking, una melodía invertida que mezclaba bajos y agudos como si el alma y el ritmo hablaran al mismo tiempo.
A los once años, escribió Freight Train. Una canción sobre los trenes que pasaban por su pueblo, sobre el deseo de escapar, sobre el sueño de otro destino.
Luego vino la realidad: matrimonio, pobreza, trabajo doméstico. Durante 25 años, sus manos no tocaron cuerdas, solo pisos y escobas. Hasta que la vida, caprichosa como siempre, la llevó a trabajar como ama de llaves…en la casa de los Seeger, la familia más influyente de la música folk.
Un día, la joven Peggy Seeger le pidió que tocara. Elizabeth tomó la guitarra, la puso al revés… y el silencio se llenó de música.
Su ama de llaves era una maestra. Pete Seeger la escuchó, la grabó y el mundo volvió a oír Freight Train.
A los 62 años, Elizabeth Cotten fue redescubierta. A los 88, ganó un Grammy. Y cuando subió al escenario, no habló de las décadas perdidas, sino de gratitud.
Elizabeth no nació en el lugar correcto ni en el tiempo correcto. Pero hizo algo más grande: creó su propio tiempo. Demostró que los sueños no caducan, solo esperan a que los toquemos de nuevo.
Porque el tren del que cantó a los 11…finalmente la llevó donde siempre quiso llegar.