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El sabor del progreso: crónicas de un catador de carbón

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Por Victor Ovidio Artiles ()

Caibarién.- La necesidad me ha dado conocimientos impensables para mí. He ganado en cultura general. Hasta 2024 era totalmente ignorante del tema del carbón. Sabía que se hacía en hornos donde se cocía la madera. Nada más.

He llegado a un punto que, solo con cogerle el peso al saco, logro saber de qué madera está hecho y quién fue el guajiro que lo hizo. Ya cuando lo manipulo para echarlo a la hornilla, logró deducir la edad del árbol o arbusto, si está hecho de marabú, guayaba o pupitre de la Escuela Primaria Hermanos Carbó.

Siempre se ha dicho que los alimentos cocinados al carbón adquieren mejor sabor pues ya el sabor a carbón lo tengo tatuado en el cielo de la boca y el esófago. Todo me sabe a alquitrán.

No todo es positivo. Por mis manos han pasado en lo que va de año, unos veinticuatro kilómetros de palos hecho carbón.

El roce con la piel de los dedos me han gastado las huellas digitales y hasta las analógicas. Si algún día logro cambiar el carné de identidad, verán que me voy a enredar con eso.

En resumen, por culpa de los apagones, dejaré de ser quien soy.

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