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Por Redacción Nacional
La Habana.- El Consejo de Estado de Cuba anunció el nombramiento de Jesús Otamendiz Campos como nuevo ministro de Trabajo y Seguridad Social. Él sustituye a Marta Elena Feitó Cabrera, quien renunció tras la polémica generada por declaraciones en las que despreció públicamente a personas que rebuscan en la basura.
El hecho de que un ministro en funciones hiciera tales afirmaciones puso en evidencia la crudeza de la realidad cubana. En el país, amplios sectores de la población recurren a prácticas de subsistencia extremas ante la falta de alimentos y recursos básicos.
Otamendiz, de 50 años, ocupaba hasta ahora el cargo de vicegobernador de La Habana. Anteriormente se desempeñó como viceministro y viceministro primero en el mismo ministerio que ahora lidera.
Su trayectoria dentro de la administración pública refleja un recorrido típico en el engranaje burocrático del régimen. Las figuras de mayor responsabilidad suelen rotar entre cargos sin que se produzcan cambios estructurales en las políticas implementadas.
El proceso de designación siguió el procedimiento habitual en Cuba. Esto incluye la propuesta del presidente Miguel Díaz-Canel, la aprobación del Buró Político del Partido Comunista —único legal en la isla— y la validación por el Consejo de Estado. Esta dinámica reafirma el carácter centralizado del poder en el país. Las decisiones clave dependen exclusivamente de la cúpula del Partido y no de un sistema de debate plural ni de la voluntad ciudadana expresada en elecciones libres.
La polémica salida de la anterior ministra reveló no solo la falta de sensibilidad en torno a la situación social, sino también las profundas grietas de un sistema incapaz de ofrecer soluciones reales a la pobreza que afecta a millones de cubanos. El hecho de que el escándalo surgiera por declaraciones y no por la realidad material que las motivó, refleja cómo la dictadura prioriza el control de la imagen pública sobre el alivio de las necesidades más urgentes de la población.
En un contexto de crisis económica prolongada, el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social es un organismo clave para la gestión de recursos humanos. También es importante para los programas asistenciales y regulaciones laborales. Sin embargo, bajo el control férreo del régimen, estas funciones se desarrollan con fuertes limitaciones. Los problemas incluyen salarios insuficientes, falta de oportunidades reales de empleo y un mercado laboral que restringe la iniciativa privada. Esto condena a los trabajadores a la precariedad.
El nombramiento de Otamendiz se inscribe así en la lógica de continuidad que caracteriza a la dictadura cubana. Más que un relevo que prometa cambios sustanciales, la designación responde a la necesidad de mantener la estabilidad dentro de la élite gobernante. Mientras, la población enfrenta la agudización de la pobreza, la migración masiva y el colapso de servicios básicos. En la isla, el reemplazo de ministros no representa transformaciones de fondo. Más bien, alarga un sistema que perpetúa la crisis y el control absoluto del Partido Comunista sobre todos los ámbitos de la vida nacional.